La magia de creer para ver

lunes, 29 de abril de 2013

Entrevista y poemas de José Ángel Valente

ENTREVISTA A JOSE ANGEL VALENTE
AÑO 2000

¿Qué ha marcado su biografía?

Que los americanos lanzaran la bomba atómica y que los alemanes asesinaran judíos. ¿Sabe qué pienso?


¿Qué?

Que todo el inmenso progreso tecnológico de Occidente no va ni de lejos acompañado por una moral intelectual equiparable.


Es usted radical.

Me critican por ello, pero no puedo no ser radical en las cosas que me importan radicalmente.


¿Su primer sentimiento ideológico?

Cuando tenía siete años, mi padre, que era de derechas, me llevó a un monasterio donde tenían encerrados a unos que llamaban "rojos". Yo pensaba que me encontraría con unos señores de color rojo y me topé con gente desahuciada que me miró intensamente. Algo muy importante se intercambió en esas miradas: desde entonces yo soy rojo.


¿Y cómo le ha ido?

No puedo quejarme. Durante muchos años he sido funcionario internacional, y eso me ha dado medios para vivir. Pero mi interioridad no estaba allí. 


¿Dónde estaba?

Yo he vivido retirado en mi desierto interior y eso me ha permitido escribir.


¿Y quién ha entrado ahí?

Nadie, ni siquiera la palabra. Porque como dice Novalis no es escritor el que cree dominar el lenguaje, sino el que deja que el lenguaje hable en él.


Una experiencia espiritual.

... Y tiene poco que ver con lo que llaman literatura. La política literaria, los premios, las academias, son un mundo secundario. Al poeta le define la experiencia espiritual.


¿Y ha sido hermosa o dolorosa?

Me ha llevado a lugares insospechados. He vivido esperando que se descubra la revelación y la espera merece la pena.


Hábleme de esas revelaciones.

La primera ocurrió con mi primer poema: "Cruzo un desierto y su secreta desolación". Después escribí para entenderlo.


¿Y qué ha entendido?

Que la poesía es la experiencia reconstruida por la memoria. La experiencia es importante, pero lo es más su reconstrucción.


Pues reconstrúyase, señor Valente.

Yo me parezco a Aquiles.


¿?

Aquiles se educó entre mujeres, y eso es muy importante. A mi madre la recuerdo siempre embarazada. Los hijos se los iba pasando a su hermana, mi tía Lucía Valente, para la que siempre he escrito poemas.


Entonces, fue importante en su vida.

Mucho, porque en aquella época se educaba al niño sobre el principio de que debía ser distinto a la mujer, haciéndole perder los valores femeninos que me parecen esenciales. Yo dormí con mi tía hasta los 14 años. Pero hay una cosa más que me define.


Usted dirá.

Hubo un sacerdote en Orense, don Basilio, que partió al exilio pero le pidió a mi padre que guardara su biblioteca: "La Regenta", la Biblia y todos los novelistas eróticos de la época, que yo leía frenética y masturbatoriamente. Le debo mucho a ese veneno.


¿Y del amor qué ha aprendido?

El primero me hizo sentir la gravitación del otro. Con el primer matrimonio cumplí mi función reproductora. Con el segundo establecí una relación amorosa profunda: hemos vivido y vivimos para el amor.


Todo un logro.

Sí, en la relación amorosa esa elevación de la carne hacia el espíritu se cumple plenamente. La unión sexual te puede llevar a mundos desconocidos, como si flotaras sobre el universo. Sus efectos son más poderosos que la más potente de las drogas.


... Pero hemos dividido el sexo del amor.

Radicalmente. La Iglesia siempre ha presentado lo carnal como pecado y es una gran mentira que nos empobrece.


¿Qué significó para usted la paternidad?

Mucho. Yo fui educado de manera represiva y me pasé al otro lado. Quizá si hubiera sido más autoritario no habría ocurrido...


¿Qué ocurrió?

Tuve un solo hijo varón, y este hijo mío empezó muy pronto con la droga, a los 16 años, y a los 33 murió. Me identifiqué mucho con él, éramos la misma persona.


Entonces, hubo comunicación...

Profundísima. Yo traté de meterme en su medio y vi morir a adolescentes bellísimos. Luché a su lado todo lo que pude, pero se cansó de vivir.


¿Sobredosis?

Sí. En esos momentos, ¿qué podemos ofrecerles a esos jovenes? Los valores comunitarios habían sido rotos. Creo que es el gran fracaso de mi generación. No pudimos sostener nuestros ideales en nuestra propia vida ni en la vida de nuestros hijos.


¿Hay algo que no contenga poesía?

Todo, también la poesía entra en el territorio de lo feo, del terror, del horror...


¿Algún pudor que no haya superado?

No, porque sé que la poesía es una garantía de libertad. Cuánto más nos amenacen los mensajes prefabricados, las mentiras televisivas, mayor importancia va a tener la palabra poética. Tenemos que acostumbrarnos a oír el silencio. Hay que cruzar el desierto.


¿Y si allí nos espera la tristeza?

Es necesaria, nos ayuda a reflexionar. La tristeza y la alegría son complementarias.


¿El poeta debe ser un camaleón?

Sí. Como decía Keats, el poeta tiene que aniquilar su identidad para dejar que el universo pase a través de él. Yerra el poeta que habla de su experiencia personal. ¡Que se lo vaya a contar a su abuela!



EL CRIMEN

Hoy he amanecido
como siempre, pero
con un cuchillo
en el pecho. Ignoro
quién ha sido,
y también los posibles
móviles del delito.

Estoy aquí
tendido
y pesa vertical
el frío.

La noticia se divulga
con relativo sigilo.

El doctor estuvo brillante, pero
el interrogatorio ha sido
confuso. El hecho
carece de testigos.
(Llamada de portera,
dijo
que el muerto no tenía
antecedentes políticos.
Es una obsesión que la persigue
desde la muerte del marido.)

Por mi parte no tengo
nada que declarar.
Se busca al asesino;
sin embargo,
tal vez no hay asesino,
aunque se enrede así el final de la trama.

Sencillamente yazgo
aquí, con un cuchillo...
Oscila, pendular y
solemne, el frío.
No hay pruebas contra nadie. Nadie
ha consumado mi homicidio.



EL ÁNGEL

Al amanecer,
cuando la dureza del día es aún extraña
vuelvo a encontrarte en la precisa línea
desde la que la noche retrocede.
Reconozco tu oscura transparencia,
tu rostro no visible,
el ala o filo con el que he luchado.
Estás o vuelves o reapareces
en el extremo límite, señor
de lo indistinto.
No separes
la sombra de la luz que ella ha engendrado.



NOCHE PRIMERA

Empuja el corazón,
quiébralo, ciégalo,
hasta que nazca en él
el poderoso vacío
de lo que nunca podrás nombrar.
Sé, al menos,
su inminencia
y quebrantado hueso
de su proximidad.
Que se haga noche. (Piedra,
nocturna piedra sola.)
Alza entonces la súplica:
que la palabra sea sólo verdad.



AHORA NO TIENES, CORAZÓN, EL VUELO...

Ahora no tienes, corazón, el vuelo
que te llevaba a las más altas cumbres.

Lates, reptante, entre las hojas secas
del amarillo otoño.

¿Y hasta cuándo en la secreta larva de ti?

¿ Volverás a nacer en la mañana,
a respirar la frialdad del aire
donde hay un pájaro?
¿Lo oyes?

Canta arriba, en las cimas,
como tú, como entonces.

Tú eres sólo latir cobijado en lo oscuro.

Al pájaro que fuiste dedicas este canto.



«SERÁN CENIZA...»

Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre.
El corazón
tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.

Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.

Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.



GRAAL

Respiración oscura de la vulva.

En su latir latía el pez del légamo
y yo latía en ti.
Me respiraste
en tu vacío lleno
y yo latía en ti y en ti latían
la vulva, el verbo, el vértigo y el centro.



EL FULGOR

XXVI

Con las manos se forman las palabras,
con las manos y en su concavidad
se forman corporales las palabras
que no podíamos decir.


XXXIII

Ya te acercas otoño con caballos heridos,
con ríos que rebasan el caudal de sus aguas,
con sumergidos párpados y vientres sumergidos,
con jardines que bajan descalzos hasta el mar.

Ya llegas con tambores enormes de tiniebla,
con largos lienzos húmedos y manos olvidadas,
con hilos que deshacen en aire la mañana,
con lentas galerías y espejos empañados,
con ecos que aún ocultan lo que ha de ser voz.

Y de sí desatado el cuerpo envuelto en oros
desciende oscuro al fondo oscuro de tu luz.


XXXVI

Y todo lo que existe en esta hora
de absoluto fulgor
se abrasa, arde
contigo, cuerpo,
en la incendiada boca de la noche.


XXVII

A usted le doy una flor,
si me permite,
un gato y un micrófono,
un destornillador totalmente en desuso,
una ventana alegre.
Agítelos.
Haga un poema
o cualquier otra cosa.
Léasela al vecino.
Arrójela feliz al sumidero.
Y buenos días,
no vuelva nunca más, salude
a cuantos aún recuerden
que nos vamos pudriendo de impotencia.


XXXV

La aparición del pájaro que vuela
y vuelve y que se posa
sobre tu pecho y te reduce a grano,
a grumo, a gota cereal, el pájaro
que vuela dentro
de ti, mientras te vas haciendo
de sola transparencia,
de sola luz,
de tu sola materia, cuerpo
bebido por el pájaro.



PÁJARO DEL OLVIDO

Pájaro del olvido
jamás te tuve más cierto en mi memoria.

Vuelvo ahora
desde no sé qué sombra
al día helado del otoño en esta
ciudad no mía, pero al fin tan próxima,
donde el sol de noviembre tiene
la última dureza
de lo que ya debiera
morir.

¿Y es éste el día
de mi resurrección?

Las hojas arrastradas por el viento
apagan nuestros pasos.

Llego y ni siquiera sé muy bien quién llega
ni por qué fue llamado a este convite
tantos años después.



POETA EN TIEMPO DE MISERIA

Hablaba de prisa.
Hablaba sin oír ni ver ni hablar.
Hablaba como el que huye,
emboscado de pronto entre falsos follajes
de simpatía e irrealidad.

Hablaba sin puntuación y sin silencios,
intercalando en cada pausa gestos de ensayada
alegría para evitar acaso la furtiva pregunta,
la solidaridad con su pasado,
su desnuda verdad.

Hablaba como queriendo borrar su vida ante un
testigo incómodo,
para lo cual se rodeaba de secundarios seres
que de sus desprecios alimentaban
una grosera vanidad.

Compraba así el silencio a duro precio,
la posición estable a duro precio,
el derecho a la vida a duro precio,
a duro precio el pan.

Metal noble tal vez que el martillo batiera
para causa más pura.
Poeta en tiempo de miseria, en tiempo de mentira
y de infidelidad.



EL AMOR ESTÁ EN LO QUE TENDEMOS...

El amor está en lo que tendemos
(puentes, palabras).

El amor está en todo lo que izamos
(risas, banderas).

Y en lo que combatimos
(noche, vacío)
por verdadero amor.

El amor está en cuanto levantamos
(torres, promesas).

En cuanto recogemos y sembramos
(hijos, futuro).

Y en las ruinas de lo que abatimos
(desposesión, mentira)
por verdadero amor.



CÓMO SE ABRÍA EL CUERPO DEL AMOR HERIDO...

Cómo se abría el cuerpo del amor herido
como si fuera un pájaro de fuego
que entre las manos ciegas se incendiara.

No supe el límite.

Las aguas
podían descender de tu cintura
hasta el terrible borde de la sed,
las aguas.



ODA A LA SOLEDAD

Ah soledad,
mi vieja y sola compañera,
salud.

Escúchame tú ahora
cuando el amor
como por negra magia de la mano izquierda
cayó desde su cielo,
cada vez más radiante, igual que lluvia
de pájaros quemados, apaleado hasta el quebranto,
y quebrantaron
al fin todos sus huesos,
por una diosa adversa y amarilla
y tú, oh alma,
considera o medita cuántas veces
hemos pecado en vano contra nadie
y una vez más aquí fuimos juzgados,
una vez más, oh dios, en el banquillo
de la infidelidad y las irreverencias.

Así pues, considera,
considérate, oh alma,
para que un día seas perdonada,
mientras ahora escuchas impasible
o desasida al cabo
de tu mortal miseria
la caída infinita
de la sonata opus
ciento veintiséis
de Mozart
que apaga en tan insólita
suspensión de los tiempos
la sucesiva imagen de tu culpa,
ah soledad,
mi soledad amiga, lávame,
como a quien nace, en tus aguas australes
y pueda yo encontrarte,
descender de tu mano,
bajar en esta noche,
en esta noche séptuple del llanto,
los mismos siete círculos que guardan
en el centro del aire
tu recinto sellado.



VENTANA

La ventana
con vistas al desnudo
donde aún sobrenada un seno solitario,
se prolonga imposible la tristísima
longitud de una media abandonada,
y los gatos erráticos,
las pálidas botellas,
la lámpara encendida, moribunda señora,
en rigor para quién.



SIETE CANTIGAS DEL MÁS ALLÁ

I

Amarillea amargo el tiempo
y no hay tiempo
para más desdecir la muerte.

Marinero que llevas
la barca del pasar,
el pájaro en la jarcia
dice aún su cantar.

Lo escucho más allá del tiempo.


II

Anhelo.

El verbo crea el movimiento
de la luz en el fondo
de las amargas aguas.

Mañana,
no poses todavía
tus pájaros dorados
sobre mi pecho herido.


III

Escucha, madre, he vuelto.

Estoy en el atrio
donde aquel día el gran cuerpo
de mi abuelo quedó.
Aún oigo el llanto.

Volví. Nunca había partido.

Alejarme tan sólo fue el modo
de quedar para siempre.


IV

El verbo.

Recomponer el mundo
para ir añadiendo
sobre una muerte otra
hasta alcanzar el tiempo
que se va por el ojo
de la luz del puente.

Banderas sumergidas.

Noche
y soledad.

Palpita el verbo.


V

Cerqué, cercaste,
cercamos tu cuerpo, el mío, el tuyo,
como si fueran sólo un solo cuerpo.
Lo cercamos en la noche.

alzose al alba la voz
del hombre que rezaba.

Tierra ajena y más nuestra, allende, en lo lejano.

Oí la voz.

Bajé sobre tu cuerpo.
Se abrió, almendra.

Bajé a lo alto
de ti, subí a lo hondo.

Oí la voz en el nacer
del sol, en el acercamiento
y en la inseparación, en el eje
del día y de la noche,
de ti y de mí.

Quedé, fui tú.
Y tú quedaste
como eres tú, para siempre
encendida.


VI

Despiértate en la tarde.

Fuimos
un modesto fenómeno de antaño.

Ahora se echa el viento, hermano.

No sé si fuimos.
Pues así
quedamos olvidados
de nosotros, vacíos ya
enteramente de nosotros
y sea éste al fin para nosotros
el solo tiempo de la verdad.


VII

Palidecen los sueños,
cae la noche en la noche.
Ya no hay luz que no sea
la blancura de tus senos.

Aíslame en el hálito.

Que pueda oír aún,
como Alexander Blok,
el chillido de las galaxias
cuando brille en el cielo la encendida cola
del cometa Halley y cuando todas
las señales del fin
hayan sido juntadas.

Vamos
hacia la tarde, amor, del siglo
sin saber si aún habrá
ventura saecula
o si el rostro del enigma no será
nuestro rostro en el espejo
y si todas las palabras
no se habrán,
sin saberlo nosotros, por sí mismas cumplido.



MATERIAL, MEMORIA, III

El encuentro fugaz de los amantes
en las furtivas camas del atardecer
y ya el adiós como de antes casi
de empezar el amor
y el jadeante amor
bebiendo entre tus ingles
el vientre azul de tu primer desnudo,
tus párpados
y el súbito
pulso roto de un tiempo inmemorial
largando amarras hacia adentro del tiempo.

Tú decías será de noche, amor.

Y ya caía
la luz,
mas era igual, como era igual
igual a igual
y nunca a siempre, jamás a todavía
en la sola estación
solar
de tu mirada.



CAE LA NOCHE

Cae la noche.
El corazón desciende
infinitos peldaños,
enormes galerías,
hasta encontrar la pena.
Allí descansa, yace,
allí, vencido,
yace su propio ser.

El hombre puede
cargarlo a sus espaldas
para ascender de nuevo
hacia la luz penosamente:
puede caminar para siempre,
caminar...

¡Tú que puedes,
danos nuestra resurrección de cada día!



PROHIBICIÓN DEL INCESTO

Piedra cuadrangular.

El búho reposa
en la lubricidad del pensamiento.

Igual en el secreto envoltorio del vientre.

El cuerpo de la mujer se quiebra así
en dos formas sangrientas.
Recuerdo el parto al amanecer
como lleno de aire salino
y la fatiga de haber corrido mucho por los arenales.

Piedra cuadrangular.

El tiempo roto
en cuerpos que eran antes
y que serán después,
mientras el amante recién engendrado
entra en el cuerpo de la mujer madre
con el alarido de la posesión.

Y el mismo rito.
Y el mismo cuerpo.
Y la prohibición solar
de amar lo que hemos engendrado.



PERO TÚ, ÚNICA

Soledad, sí
pero tú nunca.

Ausencia,
pero tú nunca:
inmóvil luz sin término
bajo la luna fría
de la falta de amor.



OCTUBRE

Hay una leve luz caída
entre las hojas de la tarde.
Dame
tu mano y cruza
de puntillas conmigo
para nunca pisarla,
para no arder tan tenue
en sus dormidas brasas
y consumirte lenta
en el perfil del aire.



MUERTE Y RESURRECCIÓN

No estabas tú, estaban tus despojos.

Luego y después de tanto
morir no estaba el cuerpo
de la muerte.
Morir
no tiene cuerpo.
Estaba
traslúcido el lugar
donde tu cuerpo estuvo.

La piedra había sido removida.

No estabas tú, tu cuerpo, estaba
sobrevivida al fin la transparencia.



LA ADOLESCENTE

Ya baja mucha luz por tus orillas,
nadie recuerda la invasión del frío.

Ya los sueños no bastan para darle
razón de ser a todos los suspiros.

Tú cantas por el aire.

Ya se ponen de verde los vestidos.
Ya nadie sabe nada.

Nadie sabe
ni cómo ni por qué ni cuándo ha sido.



EL SUR

El sur como una larga,
lenta demolición.

El naufragio solar de las cornisas
bajo la putrefacta sombra del jazmín.

Rigor oscuro de la luz.

Se desmorona el aire desde el aire
que disuelve la piedra en polvo al fin.

Sombra de quién, preguntas,
en las callejas húmedas de sal.

No hay nadie.

La noche guarda ciegas,
apagadas ruinas, mohos
de sumergida luz lunar.

La noche.
El sur.



EL TEMBLOR

La lluvia
como una lengua de prensiles musgos
parece recorrerme, buscarme la cerviz,
bajar,
lamer el eje vertical,
contar el número de vértebras que me separan
de tu cuerpo ausente.

Busco ahora despacio con mi lengua
la demorada huella de tu lengua
hundida en mis salivas.

Bebo, te bebo
en las mansiones líquidas
del paladar
y en la humedad radiante de tus ingles,
mientras tu propia lengua me recorre
y baja,
retráctil y prensil, como la lengua
oscura de la lluvia.

La raíz del temblor llena tu boca,
tiembla, se vierte en ti
y canta germinal en tu garganta.



ESTABAS DESLEÍDA EN LA DULZURA...

Estabas desleída en la dulzura
de los secretos jugos de tu cuerpo
y te llevaba el agua
como a una larga cabellera verde
engendrada en los limas
obstinados del fondo.

Era tu forma ese deshacimiento.
Brotar.
Fluir.
Abandonarse.
Bajaba el aire hasta los límites
perfectos de tu piel.
Blancura.
Y ya oblicuo, el poniente la encendía
para nacer de ti aquella tarde
de qué lugar, qué tiempo, qué memoria.



HAY UNA LEVE LUZ CAÍDA...

Hay una leve luz caída
entre las hojas de la tarde.

Dame
tu mano y cruza
de puntillas conmigo
para nunca pisarla,
para no arder tan tenue
en sus dormidas brasas
y consumirte lenta
en el perfil del aire.



LUEGO DEL DESPERTAR...

Luego del despertar
y mientras aún estabas
en las lindes del día
yo escribía palabras
sobre todo tu cuerpo.

Luego vino la noche y las borró.
Tú me reconociste sin embargo.

Entonces dije
con el aliento sólo de mi voz
idénticas palabras
sobre tu mismo cuerpo
y nunca nadie pudo más tocarlas
sin quemarse en el halo de fuego.



POEMA

Sentí real el pálpito
de tu oscura impresencia.

Supe que estabas.

Te busqué.
Ardía lento el fuego en los rincones
más secretos del ciego laberinto.


No busqué la salida, la imposible
salida.

Te buscaba.

Manifiéstate,
dije, sintiendo repentino
que ya lo habías hecho en el latido
de lo no manifiesto.



TODA LA NOCHE ME ALUMBRES...

Toda la noche me alumbres
redonda en el silencio.
Toda la noche, luna,
alúmbresme en el cielo.

Toda la noche me alumbres,
escudo de mi pecho,
escudo de verdad
firme en el cielo negro.

Toda la noche me alumbres
desnudo contra el sueño:
con la luz que reluces
hazme más verdadero.
Con la luz que reluces
toda la noche me alumbres.



UN CANTO

Quisiera un canto
que hiciera estallar en cien palabras ciegas
la palabra intocable.
Un canto.
Mas nunca la palabra como ídolo obeso,
alimentado
de ideas que lo fueron y carcome la lluvia.

La explosión de un silencio.

Un canto nuevo, mío, de mi prójimo,
del adolescente sin palabras que espera ser
nombrado,
de la mujer cuyo deseo sube
en borbotón sangriento a la pálida frente,
de éste que me acusa silencioso,
que silenciosamente me combate,
porque acaso no ignora
que una sola palabra bastaría
para arrasar el mundo,
para extinguir el odio
y arrasarnos...



EL CÍRCULO

Estaba la mujer con sus dos senos,
su única cabeza giratoria,
la longitud de su sonrisa, el aire
de estar y de alejarse sabiamente fingido.

Estaba rodeada de sí misma,
de admiración opaca y compartida,
bajo la oscura luz de las miradas.

La complacencia del estar henchía
de estólida ternura los objetos cercanos.

Estaba en pie sumándose a su cuerpo.
Las palabras sonaban conllevando sentidos
superfluos y crasos.

Giraba la mujer.

Rebasaba su órbita
como un pronunciamiento
de todo lo que es bello,
vacío, ritual, sonoro, triste.



EXORDIO

Y ahora danos
una muerte honorable,
vieja
madre prostituida,
Musa.



LA MUJER ESTABA DESNUDA...

La mujer estaba desnuda.

Llegó un hombre,
descendió a su sexo.
Desde allí la llamaba
a voces cóncavas,
a empozados lamentos.
Pero ella
no podía bajar
y asomada a los bordes sollozaba.

Después, la voz, más tenue
cada día,
ya se iba perdiendo en remotos vellones.

La mujer sollozaba.

Tendió grandes pañuelos
en las lámparas rotas.

Vino la noche.

Y la mujer abrió de par en par
sus inexhaustas puertas.



HOY ANDABA DEBAJO DE MÍ MISMO...

Hoy andaba debajo de mí mismo
sin saber lo que hacía.

Hoy andaba debajo de la pena
con risa inexplicable.

Hoy andaba debajo de la risa
con todo el llanto a cuestas.

Hoy andaba debajo de las aguas
sin que fuese milagro comparable.

Hoy andaba debajo de la muerte
y no reconocía sus cimientos.

Andaba a la deriva por debajo del cuerpo
confundiendo los dedos con los ojos.

Hoy andaba debajo de mí mismo
sin poder contenerme.



ILUMINACIÓN

Cómo podría aquí cuando la tarde baja
con fina piel de leopardo hacia
tu demorado cuerpo
no ver tu transparencia.

Enciende sobre el aire
mortal que nos rodea
tu luminosa sombra.
En lo recóndito
te das sin terminar de darte y quedo
encendido de ti como respuesta
engendrada de ti desde mi centro.

Quién eres tú, quién soy,
dónde terminan, dime, las fronteras
y en qué extremo
de tu respiración o tu materia
no me respiro dentro de tu aliento.

Que tus manos me hagan para siempre,
que las mías te hagan para siempre
y pueda el tenue
soplo de un dios hacer volar
al pajarillo de arcilla para siempre.



NO ME DEJES VIVIR

No me dejes vivir.
Ahógame en lo alto.
Sobre tu cuerpo enfurecido.
No me dejes vivir...

Hay navíos que abaten en el largo descenso
su arboladura amarga.



SÉ TÚ MI LÍMITE

Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.

Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.

Si tu acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.

Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo
me reduce a la sombra.

Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.

No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí feliz, que tú me has dado.



ANÓNIMO: VERSIÓN

Cima del canto.
El ruiseñor y tú
ya sois lo mismo.



EL CÁNTARO

El cántaro que tiene la suprema
realidad de la forma,
creado de la tierra
para que el ojo pueda
contemplar la frescura.

El cántaro que existe conteniendo,
hueco de contener se quebraría
inánime. Su forma
existe solo así,
sonora y respirada.

El hondo cántaro
de clara curvatura,
bella y servil:
el cántaro y el canto.



LA VÍSPERA

El hombre despojóse de sí mismo,
también del cinturón, del brazo izquierdo,
de su propia estatura.

Resbaló la mujer sus largas medias,
largas como los ríos o el cansancio.

Nublóse el sueño de deseo.

Vino
ciego el amor
batiendo un cuerpo anónimo.

De nadie
eran la hora ni el lugar
ni el tiempo de los besos.

Sólo el deseo de entregarse daba
sentido al acto del amor,
pero nunca respuesta.

El humo gris.
El abandono.

El alba
como una inmensa retirada.

Restos
de vida oscura en un rincón caídos.
y lo demás vulgar, ocioso.

El hombre
púsose en orden natural, alzóse
y tosió humanamente.

Aquella hora
de soledad. Vestirse de la víspera.
Sentir duros los límites.

Y al cabo
no saber, no poder reconocerse.



ENEAS, HIJO DE ANQUISES, CONSULTA A LAS SOMBRAS

Oscuros,
en la desierta noche por la sombra,
habíamos llegado hasta el umbral.

La mujer era un haz de súbitas serpientes
que arrebataba el dios.

Oh virgen, dime dónde
está en el corazón del anegado bosque
el muérdago.

Volaron las palomas
a la rama dorada.

Habíamos llegado hasta el umbral
(de mares calcinados, del infinito ciclo
de la destrucción).

Aquí desnudo estoy,
ante el espasmo poderoso del dios.

Aquí está el límite.

Ya nunca,
oscuros por la sombra bajo la noche sola,
podríamos volver.

Pero no cedas, baja
al antro donde
se envuelve en sombras la verdad.
Y bebe,
de bruces, como animal herido, bebe su tiniebla,
al fin.



EL DESEO ERA UN PUNTO INMÓVIL...

Los cuerpos se quedaban del lado solitario del amor
como si uno a otro se negasen sin negar el deseo
y en esa negación un nudo más fuerte que ellos mismos
indefinidamente los uniera.

¿Qué sabían los ojos y las manos,
qué sabía la piel, qué retenía un cuerpo
de la respiración del otro, quién hacía nacer
aquella lenta luz inmóvil
como única forma del deseo?



CONSIENTO

Debo morir. Y sin embargo, nada
muere, porque nada
tiene fe suficiente
para poder morir.
No muere el día,
pasa;
ni una rosa,
se apaga;
resbala el sol, no muere.
Sólo yo que he tocado
el sol, la rosa, el día.
y he creído,
soy capaz de morir.



EL PECADO

El pecado nacía
como de negra nieve
y plumas misteriosas que apagaban
el rechinar sombrío
de la ocasión y del lugar.

Goteaba exprimido
con un jadeo triste
en la pared del arrepentimiento,
entre turbias caricias
de homosexualidad o de perdón.

El pecado era el único
objeto de la vida.

Tutor inicuo de ojerosas manos
y adolescentes húmedos colgando
en el desván de la memoria muerta.



LATITUD

No quiero más que estar sobre tu cuerpo
como lagarto al sol los días de tristeza.

Se disuelve en el aire el llanto roto,
al pie de las estatuas
recupera la hiedra
y tu mano me busca
por la piel de tu vientre
donde duermo extendido.

El pensamiento melancólico
se tiende, cuerpo, a tus orillas,
bajo el temblor del párpado, el delgado
fluir de las arterias,
la duración nocturna del latido,
la luminosa latitud del vientre,
a tu costado, cuerpo, a tus orillas,
como animal que vuelve a sus orígenes.



POR DEBAJO DEL AGUA...

Por debajo del agua
te busco el pelo,
por debajo del agua,
pero no llego.

Por debajo del agua
de tu cintura:
tú me llamas arriba
para que suba.

Para que suba al aire
de tu mirada;
mi corazón me enciende,
luego se apaga.

Te busco el pelo
por debajo del agua,
pero no llego.



PATO DE INVIERNO

Por encima del agua helada
el patito se resbalaba.

Por encima del agua dura,
el patito de la laguna.

Por encima del agua fría,
el patito silba que silba.

Silba que silba se resbalaba
y en vez de llorar silbaba.



FORMÓ

Formó
de tierra y de saliva un hueco, el único
que pudo al cabo contener la luz.



EL SUEÑO

Por una espesa y honda
avenida de árboles que unen
en lo alto su copa y pesadumbre
el sueño avanza.

Abre sus grandes alas,
sus poderosos brazos
de lenta sombra y noche grande: cierra
contra todo horizonte.

En el centro del aire
cabecea un navío,
rodeado de enormes
territorios de sueño.

El sueño avanza: pone
su silenciosa planta
en el umbral de nuestra
transitoria vigilia.

Acaricia y golpea,
llama con voz suave
y entra como un río
de seguro poder.

El sueño halaga,
porfía y nos rodea,
hasta que al fin caemos
en su seno girando
como plumas, girando
interminablemente.

Ésta es la inerme paz, la sosegada
mentira de la sombra.
El sueño multiplica
su rostro en un espejo
sin fin: vértigo quieto, inmóvil
torbellino.

¡Gritad! Pero no; el grito
es también sueño. Ahora su dominio.
Potestad de la noche.



EN MUCHOS TIEMPOS...

En muchos tiempos
tu cabeza clara.

En muchas luces
tu cintura tibia.

En muchos siempres
tu respuesta súbita.

Tu cuerpo se prolonga sumergido
hasta esta noche seca,
hasta esta sombra.



MANDORLA

Estás oscura en tu concavidad
y en tu secreta sombra contenida,
inscrita en ti.

Acaricié tu sangre.

Me entraste al fondo de tu noche ebrio
de claridad.



QUEDAR

Quedar
en lo que queda
después del fuego,
residuo, sola
raíz de lo cantable.



LA BLANCA ANATOMÍA DE TU CUELLO...

La blanca anatomía de tu cuello.
Subí a la transparencia.
Tallo de soberana luz, tu cuello.

Podría estar exento,
ser sólo así en la naturaleza,
tallo de una cabeza no existente.
Cuello. Tallo de luz. Exento.

Para inventar de nuevo
tu mirada y tu irrealidad.
Para soñar de nuevo el mismo sueño.



ANÁLISIS DEL VIENTRE

Aquel vientre era para ser observado con lupa,
pues bajo el cristal cada pequeño pliegue,
cada rugosidad se hacía
multiplicado labio.

El amor, demasiado brutal,
jamás repararía,
el petulante de la viril pasión
que el aire agota de un solo trago inútil
jamás repararía.

Mas nosotros, mi amiga, analicemos
con la frialdad habitual a la que sólo
el poema se presta
la difícil pasión de lo menos visible.



CANCIÓN PARA FRANQUEAR LA SOMBRA

Un día nos veremos
al otro lado de la sombra del sueño.

Vendrán a ti mis ojos y mis manos
y estarás y estaremos
como si siempre hubiéramos estado
al oro lado de la sombra del sueño.



ESTA IMAGEN DE TI

Estabas a mi lado
y más próxima a mí que mis sentidos.

Hablabas desde dentro del amor,
armada de su luz.
Nunca palabras
de amor más puras respirara.

Estaba tu cabeza suavemente
inclinada hacia mí.
Tu largo pelo
y tu alegre cintura.
Hablabas desde el centro del amor,
armada de su luz,
en una tarde gris de cualquier día.

Memoria de tu voz y de tu cuerpo
mi juventud y mis palabras sean
y esta imagen de ti me sobreviva.



CUANDO TE VEO ASÍ, MI CUERPO, TAN CAÍDO...

Cuando te veo así, mi cuerpo, tan caído
por todos los rincones más oscuros
del alma, en ti me miro,
igual que en un espejo de infinitas imágenes,
sin acertar cuál de entre ellas
somos más tú y yo que las restantes.
Morir.
Tal vez morir no sea más que esto,
volver suavemente, cuerpo,
el perfil de tu rostro en los espejos
hacia el lado más puro de la sombra.



SÓLO EL AMOR

Cuando el amor es gesto del amor y queda
vacío un signo sólo.
Cuando está el leño en el hogar,
mas no la llama viva.
Cuando es el rito más que el hombre.
Cuando acaso empezamos
a repetir palabras que no pueden
conjurar lo perdido.

Cuando tú y yo estamos frente a frente
y una extensión desierta nos separa.
Cuando la noche cae.
Cuando nos damos
desesperadamente a la esperanza
de que sólo el amor
abra tus labios a la luz del día.



ANTECOMIENZO

No detenerse.
Y cuando ya parezca
que has naufragado para siempre en los ciegos meandros
de la luz, beber aún en la desposesión oscura,
en donde sólo nace el sol radiante de la noche.
Pues también está escrito que el que sube
hacia ese sol no puede detenerse
y va de comienzo en comienzo
por comienzos que no tienen fin.



EL ADIÓS

Entró y se inclinó hasta besarla
porque de ella recibía la fuerza.

(La mujer lo miraba sin respuesta.)

Había un espejo humedecido
que imitaba la vida vagamente.
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un café desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos
para nunca jamás.

(Ella lo contemplaba silenciosa.)

Habló de nuevo. Recordó la lucha
de tantos días y el amor
pasado. La vida es algo inesperado,
dijo. (Más frágiles que nunca las palabras.
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente sobre aquellos
labios ya para siempre sin respuesta.

sábado, 27 de abril de 2013

A la que pasa

La avenida estridente en torno de mí aullaba.
Alta, esbelta, de luto, en pena majestuosa,
pasó aquella muchacha. Con su mano fastuosa
Casi apartó las puntas del velo que llevaba.

Ágil y ennoblecida por sus piernas de diosa,
Me hizo beber crispado, en un gesto demente,
En sus ojos el cielo y el huracán latente;
El dulzor que fascina y el placer que destroza.

Relámpago en tinieblas, fugitiva belleza,
Por tu brusca mirada me siento renacido.
¿Volveré acaso a verte? ¿Serás eterno olvido?

¿Jamás, lejos, mañana?, pregunto con tristeza.
Nunca estaremos juntos. Ignoro adónde irías.
Sé que te hubiera amado. Tú también lo sabías.


Charles Baudelaire

Últimos suspiros de un parnasiano

Klop, klip, klop, klop, klip, klop.
Desgranando gota a gota su rítmico sollozo,
En los pilones de la fuente donde el agua duerme inmóvil,
Un surtidor es el único en turbar la plácida y tranquila noche.

Qué silencio! Se diría que este globo aletargado
Sobre aterciopeladas olas hacia el infinito se desliza.
Allá en lo alto, a miles de millones de lenguas acribillando el
Espacio,
Peregrinos ahítos de las azules soledades,
Ajenos a los mártires que sobre sus flancos pululan,
Enredando sin fin sus orbe indolentes,
-Oasis de miseria o cadáveres de mundos-
Las doradas esferas circulan errantes de concierto.
Alma mía, olvidemos todo! Soltemos las riendas de oro
A las contemplaciones que su vuelo despliegan,
Las estrofas en mi seno permanecen alicaídas...
Por qué razón someterlas a un metro rebelde!
Nada quiero saber, el vértigo enervante
Me arrulla en los pliegues de su abismo movedizo...
Me fundo dulcemente... Estoy muerto, nada... ni siquiera la certeza
De oír el surtidor puntuar gota a gota
El eterno silencio de un rítmico sollozo.
Klop, klip, klop, klop, klip, klop...

Charles Baudelaire

La serpiente que danza

¡Cuánto gozo al mirar, dulce indolente,
Tu corpóreo esplendor
Como si fueran seda iridiscente
Tu piel y su fulgor.

Y sobre tu profunda cabellera
De un ácido aromar
-Cual un mar errabundo, sin ribera,
En azul ondular;

Como bajel que despertó del sueño
Al viento matinal,
Lanzo mi alma en soñador empeño
Hacia el piélago astral.

En tu mirada que nada revela
De dulzura ni hiel,
Mezcla de oro y hierro se congela
Para el doble joyel.

Mirando la cadencia con que avanzas
Bella de lasitud,
Dijéranse las serpentinas danzas
Al ritmo del laúd.

Agobiada de un fardo de molicie
Tu cabeza infantil
Se balancea como en la planicie
Una leona febril.

Y tu cuerpo se inclina y se distiende
Como un ebrio bajel,
Y va de borda en borda mientras hiende
Las aguas su proel.

Cual la onda engrosada por las fuentes
Del rugidor glaciar ,
Cuando asoman al filo de tus dientes
Espuma y pleamar,

Creo beber un vino -sangre y llama,
Sima y elevación-,
Un vino que me inunda, que me inflama
De astros el corazón.


Charles Baudelaire

El vino de los amantes

¡Hoy es espléndido el espacio!
Sin freno, ni espuelas, ni brida,
Partamos a lomos del vino
Hacia un cielo divino y mágico.

Cual dos ángeles torturados
Por implacable calentura
En el cristal azul del alba
Sigamos tras el espejismo.

Balanceándonos sobre el ala
Del torbellino inteligente,
En un delirio paralelo,

Hermana, navegando juntos,
Huiremos sin reposo o tregua
Al paraíso de mis sueños.


Charles Baudelaire

El viaje

A Maxime du Camp

I
Para el niño, enamorado de mapas y estampas,
El universo es igual a su vasto apetito.
¡Ah! ¡Cuan grande es el mundo a la claridad de las lámparas!
¡Para las miradas del recuerdo, el mundo qué pequeño!

Una mañana zarpamos, la mente inflamada,
El corazón desbordante de rencor y de amargos deseos,
Y nos marchamos, siguiendo el ritmo de la onda
Meciendo nuestro infinito sobre el confín de los mares.

Algunos, dichosos al huir de una patria infame;
Otros, del horror de sus orígenes, y unos contados,
Astrólogos sumergidos en los ojos de una mujer,
La Circe tiránica de los peligrosos perfumes.

Para no convertirse en bestias, se embriagan
De espacio y de luz, y de cielos incendiados;
El hielo que los muerde, los soles que los broncean,
Borran lentamente la huella de los besos.

Pero los verdaderos viajeros son los únicos que parten
Por partir; corazones ligeros, semejantes a los globos,
De su fatalidad jamás ellos se apartan,
Y, sin saber por qué, dicen siempre: ¡Vamos!

¡Son aquellos cuyos deseos tienen forma de nubes,
Y que como el conscripto, sueñan con el cañón,
En intensas voluptuosidades, mutables, desconocidas,
Y de las que el espíritu humano jamás ha conocido el nombre!


II
Imitamos ¡horror! al trompo y la pelota
En su danza y sus saltos; hasta en nuestros sueños
La Curiosidad nos atormenta y nos envuelve,
Como un Ángel cruel que fustigará soles.

¡Singular fortuna en la que el final se desplaza,
Y no estando en parte alguna, puede hallarse por doquier!
¡Donde el Hombre, que jamás la esperanza abandona,
Para lograr el reposo corre siempre como un loco!

Nuestra alma es nave de tres palos buscando su Icaria;
Una voz resuena en el puente: "¡Atención!"
Una voz desde la cofa, ardiente y loca, clama:
"¡Amor... gloria... felicidad!" ¡Infierno! ¡Es un escollo!

Cada islote señalado por el vigía
Es un El dorado prometido por el Destino;
La imaginación, que acucia su orgía
No halla más que un arrecife al amanecer.

¡Oh, el infeliz enamorado de tierras quiméricas!
¿Habrá que engrillar y arrojar al mar,
A este marinero borracho, inventor de Américas
Para el cual el espejismo toma el remolino más amargo?

Como el viejo vagabundo, chapaleando en el lodo
Sueña, husmeando en el aire, brillantes paraísos;
Su mirada hechizada descubre una Capúa
En cuanto lugar la candela alumbra un tugurio.


III
¡Asombrosos viajeros! ¡Qué nobles relatos
Leemos en vuestros ojos profundos como los mares!
Mostradnos los joyeros de vuestras ricas memorias,
Esas alhajas maravillosas, hechas de astros y de éter.

¡Deseamos viajar sin vapor y sin velas!
Para ahuyentar el tedio de nuestras prisiones,
Haced desfilar nuestros espíritus, tensos como un lienzo,
Vuestros recuerdos enmarcados por horizontes.

Decid, ¿qué habéis visto?


IV

"Hemos visto astros
Y olas; hemos visto playas además;
Y, malgrado muchos choques e imprevistos desastres,
Nos hemos hastiado, a menudo, como aquí.

El esplendor del sol sobre el mar violáceo,
El esplendor de las ciudades en el sol poniente,
Encendían en nuestros corazones el impulso inquietante
De sumergirnos en el cielo con su reflejo fascinante.

Las más ricas ciudades, los más amplios paisajes,
Jamás contenían el atractivo misterioso
De aquellos que el azar forma con las nubes.
¡Y siempre el deseo nos tornaba inquietos!

-El gozo acrecienta del deseo la fuerza.
¡Deseo, viejo árbol, al cual el placer sirviéndole de abono,
Entretanto acrecienta y endurece tu corteza,
Tus ramas quieren ver el sol de más cerca!

¿Crecerás siempre, gran árbol, más vivaz
Que el ciprés? —Sin embargo, nosotros, con cuidado,
Recogimos algunos croquis para vuestro álbum voraz,
¡Hermanos que encontráis bello todo cuanto viene de lejos!

Hemos saludado ídolos engañosos;
Tronos constelados de joyas luminosas;
Palacios adornados cuya feérica pompa
Sería para vuestros banqueros un sueño ruinoso;

Vestimentas que son para la vista una embriaguez;
Mujeres cuyos dientes y las uñas están pintados,
Y juglares sabios que la serpiente acaricia."


V
Y después, y después. ¿Todavía, qué más?


VI
"¡Oh, cerebros infantiles!"

Para no olvidar el tema capital,
Hemos visto en todas partes, y sin haberlo buscado,
Desde arriba hasta abajo la escala fatal,
El espectáculo enojoso del inmortal pecado:

La mujer, esclava vil, orgullosa y estúpida,
Sin reír extasiándose y adorándose sin repugnancia;
El hombre, tirano goloso, lascivo, duro y ávido,
Esclavo de la esclava y arroyo en la cloaca;

El verdugo que goza, el mártir que solloza;
La fiesta que sazona y perfuma la sangre;
El veneno del poder enervando al déspota,
Y el pueblo amoroso del látigo embrutecedor;

Muchas religiones semejantes a la nuestra,
Todas escalando el cielo; la Santidad,
Cual un lecho de plumas donde un refinado se revuelca,
En los clavos y la cerda, buscando la voluptuosidad;

La Humanidad habladora, ebria de su genialidad,
Y enloquecida, hoy como lo estaba ayer,
Clamando a Dios, en su furibunda agonía:
"¡Oh, mi semejante, oh mi señor, yo te maldigo!"

Y los menos necios, atrevidos amantes de la Demencia,
Huyendo del gran rebaño acorralado por el Destino,
Refugiándose en el opio inconmensurable!
-Tal es del globo entero el eterno boletín."


VII
¡Amargo sabor, aquel que se extrae del viaje!
El mundo, monótono y pequeño, en el presente,
Ayer, mañana, siempre, nos hace ver nuestra imagen;
Un oasis de horror en un desierto de tedio!

¿Es menester partir? ¿Quedarse? Si te puedes quedar, quédate;
Parte, si es menester. Uno corre, el otro se oculta
Para engañar ese enemigo vigilante y funesto,
¡El Tiempo! El pertenece, a los corredores sin respiro,

Como el Judío Errante y como los apóstoles,
A quien nada basta, ni vagón ni navío,
Para huir de este retiro infame; y aun hay otros
Que saben matarlo sin abandonar su cuna.

Cuando, finalmente, él ponga su planta sobre nuestro espinazo,
Podremos esperar y clamar: ¡Adelante!
Lo mismo que otras veces, cuando zarpamos para la China,
Con la mirada hacia lo lejos y los cabellos al viento,

Nos embarcaremos sobre el mar de las Tinieblas
Con el corazón gozoso del joven pasajero.
Escucháis esas voces, embelesadoras y fúnebres,
Que cantan: "¡Por aquí! vosotros que queréis saborear

¡El Loto perfumado! Es aquí donde se cosechan
Los frutos milagrosos que vuestro corazón apetece;
Acudid a embriagaros con la dulzura extraña
De esta siesta que jamás tiene fin!"

Por el acento familiar barruntamos al espectro;
Nuestros Pilades, allá, nos tienden sus brazos.
"¡Para refrescar tu corazón boga hacia tu Electra!"
Dice aquella a la que en otros días besábamos las rodillas.


VIII
¡Oh, Muerte, venerable capitana, ya es tiempo! ¡Levemos el ancla!
Esta tierra nos hastía, ¡oh, Muerte! ¡Aparejemos!
¡Si el cielo y la mar están negros como la tinta,
Nuestros corazones, a los que tú conoces, están radiantes!

¡Viértenos tu veneno para que nos reconforte!
Este fuego tanto nos abraza el cerebro, que queremos
Sumergirnos en el fondo del abismo, Infierno o Cielo, ¿qué importa?
¡Hasta el fondo de lo Desconocido, para encontrar lo nuevo!



Charles Baudelaire 

Proyecto de epílogo

Para la segunda ecición de "Las flores del mal"

Tranquilo como un sabio, manso como un maldito, dije:
Te amo, oh mi beldad, oh encantadora mía...
Cuántas veces...
Tus orgías sin sed, tus amores sin alma,
Tu gusto de infinito
Que en todo, hasta en el mal, se proclama,

Tus bombas, tus puñales, tus victorias, tus fiestas,
Tus barrios melancólicos,
Tus suntuosos hoteles,
Tus jardines colmados de intrigas y suspiros,
Tus templos vomitando musicales plegarias,
Tus pueriles rabietas, tus juegos de vieja loca,
Tus desalientos;

Tus fuegos de artificio, erupciones de gozo,
Que hacen reír al cielo, tenebroso y callado.

Tu venerable vicio, que en la seda se ostenta,
Y tu virtud risible, de mirada infeliz
Y dulce, extasiándose en el lujo que muestra...

Tus principios salvados, tus vulnerables leyes,
Tus altos monumentos donde la bruma pende,
Tus torres de metal que el sol hace brillar,
Tus reinas de teatro de encantadoras voces,
Tus toques de rebato, tu cañón que ensordece,
Tus empedrados mágicos que alzan las fortalezas,

Tus parvos oradores de barrocas maneras,
Predicando el amor, y tus alcantarillas, pletóricas de sangre,
En el Infierno hundiéndose como los Orinocos.
Tus bufones, tus ángeles, nuevos en su oropel.
Ángeles revestidos de oro, jacinto y púrpura,
Sed testigos, vosotros, que cumplí mi deber
Como un perfecto químico, como un alma devota.

Porque de cada cosa la quintaesencia extraje,
Tú me diste tu barro y en oro lo troqué.


Charles Baudelaire

Epígrafe para un libro condenado

Lector apacible y bucólico,
Ingenuo y sobrio hombre de bien,
Tira este libro saturniano,
Melancólico y orgiástico.

Si no cursaste tu retórica
Con Satán, el decano astuto,
¡Tíralo! nada entenderás
O me juzgarás histérico.

Mas si de hechizos a salvo,
Tu mirar tienta el abismo,
Léeme y sabrás amarme;

Alma curiosa que padeces
Y en pos vas de tu paraíso,
¡Compadéceme!... ¡O te maldigo!


Charles Baudelaire

La beatriz

En cenicientas tierras, sin verdor, calcinadas,
Como yo me quejase a la Naturaleza,
Y el puñal de mi mente, caminando al azar,
Fuese afilando lento sobre mi corazón,
Una gran nube oscura, de un temporal surgida,
Que albergaba una tropa de viciosos demonios,
Semejantes a enanos furiosos y crueles.
Se volvieron entonces fríamente a mirarme,
Y, como viandantes que se asombran de un loco,
Los escuché entre sí reír y cuchichear
Intercambiando señas y guiños expresivos:

-«Contemplemos a gusto a esta caricatura,
A esta sombra de Hamlet que su postura imita,
Los cabellos al viento, la indecisa mirada.
¿No es en verdad penoso ver a tal vividor,
A este pillo, a este vago, a este histrión perezoso,
Que, porque representa con arte su papel,
Pretende interesar, cantando sus pesares,
Al águila y al grillo, al arroyo y las flores,
E inclusive a nosotros, autores de esas rúbricas,
A voces nos recita sus públicas tiradas?»

Hubiera yo podido (alto como los montes
Es mi orgullo y domina a diablos y nublados)
Apartar simplemente mi soberana testa,
Si no hubiera atisbado entre la sucia tropa,
¡Y este crimen no hizo tambalearse al sol!
A la reina de mi alma de mirada sin par,
Que con ellos reía de mi sombría aflicción,
Haciéndoles, de paso, una obscena caricia.


Charles Baudelaire

La campana hendida

En las noches de invierno es amargo y es dulce
Escuchar, junto al fuego que palpita y humea,
Como se alzan muy lentos los recuerdos lejanos
Al son de carillones que suenan en la bruma.

¡Feliz campana aquella de enérgica garganta
Que, pese a su vejez, conservada y alerta,
Con fidelidad lanza su grito religioso
Como un viejo soldado que vigila en su tienda!

Pero mi alma está hendida, y, cuando en sus hastíos,
Quiere poblar de cantos la frialdad nocturna,
Con frecuencia sucede que su cansada voz

Semeja al estertor de un herido olvidado
Junto a un lago de sangre, bajo un montón de muertos,
Que expira, sin moverse, entre esfuerzos inmensos.


Charles Baudelaire

Moesta et errabunda

¿No huye el corazón, Ágata, muchas veces de ti,
Lejos del negro océano de la ciudad inmunda,
Hacia otra donde estalla, súbito, el esplendor,
Azul, profundo, claro cual la virginidad?
¿No huye el corazón, Ágata, muchas veces de ti?

¡El mar, el vasto mar, nuestras tareas consuela!
¿Qué demonio ha dotado al mar, ronco cantor,
Al que el potente órgano de los vientos secunda,
De esa función sublime de arrullar nuestros sueños?
¡El mar, el vasto mar nuestras tareas consuela!

¡Ráptame tú, fragata! ¡Arrástrame, vagón!
¡Lejos! ¡Aquí las lágrimas se han convertido en fango!
-¿No es cierto que, a menudo, el corazón de Ágata
Dice: Lejos de crímenes, de dolores y culpas,
¡Ráptame tú, fragata! ¡Arrástrame vagón!?

¡Qué lejos te hallas ya, paraíso aromático,
Donde, bajo los cielos, todo es amor y risas,
Donde lo que se ama digno es de ser amado,
Donde en puro deleite se ahoga el corazón!
¡Qué lejos te hallas ya, paraíso aromático!

Pero ese paraíso de amores juveniles,
Las carreras, los cantos, los besos y las flores,
Los violines sonando detrás de las colinas,
Con los jarros de vino, de noche, en la espesura,
-Pero ese paraíso de amores juveniles,

Paraíso inocente de furtivos placeres,
¿Está más lejos ya que la India y la China?
¿Lo podremos llamar con gritos lastimeros
Y todavía animarlo con argentina voz,
Al puro paraíso de furtivos placeres?


Charles Baudelaire

Cielo neblinoso

Se diría cubierta de vapor tu mirada;
Tu mirar misterioso (¿es azul, gris o verde?)
Alternativamente tierno, cruel, soñador,
Refleja la indolencia y palidez del cielo.

Recuerdas los días blancos, y tibios y velados,
Que a las cautivas almas hacen fundirse en lágrimas,
Cuando, presa de un mal confuso que los tensa,
Los excitados nervios se burlan del dormido.

A veces te asemejas a esos bellos paisajes
Que iluminan los soles de estaciones brumosas...
¡Y cómo resplandeces, oh mojado paisaje
Que atraviesan los rayos entre un cendal de niebla!

¡Oh mujer peligrosa, oh seductores climas!
¿Acabaré adorando vuestras nieves y escarchas,
Y, al cabo, arrancaré del implacable invierno
Placeres más agudos que el hielo y que la espada?


Charles Baudelaire

Reversibilidad

Ángel lleno de gozo, ¿sabes lo que es la angustia,
La culpa, la vergüenza, el hastío, los sollozos
Y los vagos terrores de esas horribles noches
Que al corazón oprimen cual papel aplastado?
Ángel lleno de gozo, ¿sabes lo que es la angustia?

Ángel de bondad lleno, ¿sabes lo que es el odio,
Las lágrimas de hiel y los puños crispados,
Cuando su infernal voz levanta la venganza
Y en capitán se erige de nuestras facultades?
Ángel de bondad lleno: ¿sabes lo que es el odio?

Ángel de salud lleno, ¿sabes lo que es la Fiebre,
Que a lo largo del muro del lechoso hospital,
Como los exiliados, marcha con pie cansino,
En pos del sol escaso y moviendo los labios?
Ángel de salud lleno, ¿sabes lo que es la Fiebre?

Ángel de beldad lleno, ¿sabes de las arrugas?
¿Y el miedo a envejecer, y ese odioso tormento
De leer el secreto horror del sacrificio
En ojos donde un día los nuestros abrevaron?
Ángel de beldad lleno, ¿sabes de las arrugas?

¡Ángel lleno de dicha, de luz y de alegría!
David agonizante curación pediría
A las emanaciones de tu cuerpo hechicero;
Pero de ti no imploro, ángel, sino plegarias,
¡Ángel lleno de dicha, de luz y de alegría!


Charles Baudelaire

¿Qué dirás esta noche pobre alma solitaria...

¿Qué dirás esta noche pobre alma solitaria,
Qué dirás, corazón, marchito hace tan poco,
A la muy bella, a la muy buena, a la amadísima,
Bajo cuya mirada floreciste de nuevo?

-El orgullo emplearemos en cantar sus loores;
Nada iguala al encanto que hay en su autoridad;
Su carne espiritual tiene un perfume angélico,
Y nos visten con ropas purísimas sus ojos.

En medio de la noche y de la soledad,
O a través de las calles, del gentío rodeado,
Danza como una antorcha su fantasma en el aire.

A veces habla y dice: «Yo soy bella y ordeno
Que por amor a mí no améis sino lo Bello;
Soy el Ángel guardián, la Musa y la Madona».


Charles Baudelaire

La invitación al viaje

Mi hermana, mi ser,
sueña en el placer
de juntar las vidas en tierra distante;
y en un lento amar,
amando expirar
en aquel país a Ti semejante.
Los húmedos soles
de sus arreboles
mi alma conturban con el mismo encanto
de tus agoreros
ojos traicioneros
cuando resplandecen a través del llanto.

Allá todo es rítmico, hermoso
y sereno esplendor voluptuoso.

Pulieron los años
suntuosos escaños
que serán la muelle pompa de la estancia
donde los olores
de exóticas flores
vagan entre 'una ambarina fragancia.
La rica techumbre,
la ilímite lumbre
que dan los espejos con magia oriental,
hablaran con voces
de incógnitos goces
al alma en su dulce lenguaje natal.

Allá todo es rítmico, hermoso
y sereno esplendor voluptuoso.

Mira en las orillas
las dormidas quillas
de innúmera ruta, de sino errabundo:
siervas de tu anhelo,
su marino vuelo
tendieron de todos los puertos del mundo.
Ponentinos lampos
revisten los campos,
la senda, la orilla. Cárdeno capuz
de oro y jacinto,
por el orbe extinto
difunde la tarde su cálida luz.

Allá todo es rítmico, hermoso
y sereno esplendor voluptuoso.


Charles Baudelaire

miércoles, 17 de abril de 2013

Del silencio

Cuando ella puso la mano de él
en su sexo intacto
y él usó su mano como quien roza
un fuego nunca prometido
Cuando ella lamió su ombligo
con aquella sed súbita y antigua
y él vio brillar sus nalgas
como una zanja de pedernal en la noche de la selva
ambos supieron que sus abuelos tenían razón.
La mayor pobreza está en las palabras

Jorge García Usta.

martes, 16 de abril de 2013

En la niebla

¡Qué extraño es vagar en la niebla!
En soledad piedras y sotos.
No ve el árbol los otros árboles.
Cada uno está solo.

Lleno estaba el mundo de amigos
cuando aún mi cielo era hermoso.
Al caer ahora la niebla
los ha borrado a todos.

¡Qué extraño es vagar en la niebla!
Ningún hombre conoce al otro.
Vida y soledad se confunden.
Cada uno está solo.

HERMANN HESSE

XVIII de Los poemas de amor de Marichiko.

El fuego
Quema mi corazón.
No levanta ningún humo.
Nadie lo sabe.

Kenneth Rexroth

Y entonces tu...

Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en lo alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eres.


 Pedro Salinas

Escritura

Alguna vez escribiré con piedras,
midiendo cada una de mis frases
por su peso, volumen, movimiento.
Estoy cansado de palabras.

No más lápiz: andamios, teodolitos,
la desnudez solar del sentimiento
tatuando en lo profundo de las rocas
su música secreta.

Dibujaré con líneas de guijarros
mi nombre, la historia de mi casa
y la memoria de aquel río
que va pasando siempre y se demora
entre mis venas como sabio arquitecto.

Con piedra viva escribiré mi canto
en arcos, puentes, dólmenes, columnas,
frente a la soledad del horizonte,
como un mapa que se abra ante los ojos
de los viajeros que no regresan nunca.



Eugenio Montejo

Pleamar

Nada ansío de nada,
mientras dura el instante de eternidad que es todo,
cuando no quiero nada.

OLIVERIO GIRONDO

Hay que vivir sin imposturas

Hay que vivir sin imposturas
Vivir de modo que con el tiempo

Nos lleguemos a ganar el amor del espacio,
y oigamos la voz del futuro.

Hay que dejar blancos
En el destino y no en el papel

y en los márgenes anotar
Pasajes y capítulos de la vida entera.

Debemos sumirnos en el anónimo
Y ocultar en él nuestros pasos

Tal como se oculta el paisaje
Tras una niebla espesa.

Otros siguiendo tus huellas frescas
Recorrerán tu camino palmo a palmo,

Pero tú mismo no debes distinguir
La derrota de la victoria

No debes renunciar ni a una brizna de ti mismo.
Tú debes estar vivo.
Solamente vivir
Hasta el final.



Boris Pasternak

Sí, hay un fondo

Sí, hay un fondo.

Pero hay también un más allá del fondo,
un lugar hecho con caras al revés.

Y allí hay pisadas,
pisadas o por lo menos su anticipo,
lectura de ciego que ya no necesita puntos
y lee en lo liso
o tal vez lectura de sordo
en los labios de un muerto.

Sí, hay fondo.

Pero es el único lugar donde empieza el otro lado,
simétrico de éste,
tal vez éste repetido,
tal vez éste y su doble,
tal vez éste.



Roberto Juarrroz

Allí donde el aliento

Está solo en el escenario
sin ningún instrumento.

Se pone la mano en el pecho
allí donde nace el aliento
y donde se apaga.

No son las manos que cantan,
ni tampoco el pecho.

Canta lo que está callado.



Adam Zagajewski.

Del silencio

Cuando ella puso la mano de él
en su sexo intacto
y él usó su mano como quien roza
un fuego nunca prometido
Cuando ella lamió su ombligo
con aquella sed súbita y antigua
y él vio brillar sus nalgas
como una zanja de pedernal en la noche de la selva
ambos supieron que sus abuelos tenían razón.
La mayor pobreza está en las palabras

Jorge García Usta.

Quise a...

Quise
a Susana Rivera

Quise mirar el mundo con tus ojos
ilusionados, nuevos,
verdes en su fondo
como la primavera.
Entré en tu cuerpo lleno de esperanza
para admirar tanto prodigio desde
el claro mirador de tus pupilas.
Y fuiste tú la que acabaste viendo
el fracaso del mundo con las mías.

Ángel González.

Estar

Estar a la sombra
de la llaga en el aire.
No-estar-por-nadie-ni-por-nada.
Incógnito,
solamente
por ti.

Con todo lo que cabe dentro,
sin lenguaje
también.

PAUL CELAN

Los soles canoros

Las desapariciones inexplicables
Los accidentes imprevisibles
Los infortunios quizá excesivos
Las catástrofes de todo orden
Los cataclismos que ahogan y carbonizan
El suicidio considerado crimen
Los degenerados intratables
Los que se enrollan en la cabeza un delantal de herrero
Los ingenuos de primera magnitud
Los que colocan el féretro de su madre en el fondo de un pozo
Los cerebros incultos
Los sesos de cuero
Los que invernan en el hospital y conservan la embriaguez
de las ropas desgarradas
La malva de las prisiones
La ortiga de las prisiones
La higuera nodriza de ruinas
Los silenciosos incurables
Los que canalizan la espuma del mundo subterráneo
Los enamorados en éxtasis
Los poetas excavadores
Los que asesinan a los huérfanos tocando el clarín
Los magos de la espiga
Imperan temperatura benigna alrededor de los
sudorosos embalsamados del trabajo.

RENÉ CHAR

Dos errores

Lo admito, en otro tiempo
disparé con gorriones a los cañones.

Que no diera en el blanco,
lo reconozco.

Por el contrario, nunca afirmé
que ahora importa guardar un silencio total.

Dormir, respirar, escribir poesía;
esto casi no es un crimen.

Sin mencionar
la famosa conversación acerca de los árboles.

Cañones sobre gorriones, eso querría decir
caer en el error opuesto.



Hans Magnus Enzensberger

Un sentido iluminado y cierto

digo amiga y digo lentamente
las formas del viento y la madera
digo un momento un fuego
una bondad un río una fé
un nacimiento un aire
un sentido iluminado y cierto

digo amiga con palabras con horas
con ojos con adioses
con claridad y sombras
y una estrella

y tan especial
tan solo
y verdadero
es este amor
y tan cumplido en sí mismo
tan abierto
y rico y generoso
que dejémoslo ya
sin tocarlo
mirándolo a distancia
o demósle la mano
y marchemos con él
adonde quiera
sin ver
y sin dudar
y sin cuidado.

Edgar Bayley

Ni ángel ni rebelde

No arriesgó nada
no practicó la irreverencia
no mordió el sexo del paraíso
no padeció la pesadilla de vivir
no aulló por falta de demonios en el vientre
no enturbió el agua de ninguna academia
no gozó la locura de la realidad
no destruyó su propia fisiología
no reveló lo insensato de la sensatez
no orinó ni escupió ni eyaculó fuera de foco
no hizo de la palabra la enemiga total
no metió ningún dedo en la llaga
de ninguna cosa hizo destino
no tuvo miedo de sí mismo
no metió mundo ni absoluto en sus venas
no arrulló entre sus brazos una bomba ni siquiera pacífica
no tuvo pensamiento ni ademanes
ni colores militantes
no se encamó con el monstruo de sí mismo
no hizo del vacío una utopía
no amo ni para nacer ni para morir
no telefoneó al otro mundo, no arrojó
bocanadas de sangre sobre el orden y el lenguaje.
Fue correcto adecuado municipal y obvio
o sea una buena persona en el peor sentido de la palabra.

Joaquín Giannuzzi

El viajero

He dejado
- viajero,
mi rostro sobre el vidrio de mi lámpara.

Mi mapa es una tierra sin creador.
La negación de todo, mi evangelio.

Alí Ahmad Said Esber (Adonis)
De Canciones de Mihyar el de Damasco, 1961

Enorgullécete de tu fracaso

Enorgullécete de tu fracaso,
...que sugiere lo limpio de la empresa:
luz que medra en la sombra, más espesa
hace la sombra y más durable acaso.

No quiso Dios que dieras ese paso,
y ya del solo intento bien le pesa;
que tropezaras y cayeras, ésa
es justicia de Dios: no le hagas caso.

¿Por lo que triunfo y lo que logro, ciego,
me nombras y me amas?: yo me niego,
y en ese espejo no me reconozco.

Yo soy el acto de quebrar la esencia:
yo soy el que no soy. Yo no conozco
más modo de virtud que la impotencia.

II

Pero no cejes; porque no se sabe
cuándo pierde el amor, dónde la tierra
volteando camina, ni qué encierra
mensaje del que nadie tiene clave.

Pues el Libro Mayor (y eso es lo grave)
del Debe y el Haber nunca se cierra,
y acaso acierte el que con tino yerra;
ni es nada el mundo hasta que el mundo acabe.

Si te dicen que Dios es infinito,
di que entonces no es; y si finito,
que lo demuestre pués y que concluya.

Pero no hay Dios ni hay Ley que a contradanza
no se pueda bailar. Tu muerte es tuya.
Tu no saber es toda tu esperanza.



Agustín García Calvo.

Una copa de vino

Una copa de vino
apenas sostenida
por un hilo de sed,

así el amor


Fernando Beltrán

La noche no es nunca completa

La noche no es nunca completa.
Hay siempre, ya que lo digo,
ya que lo afirmo,
al final de la desdicha
una ventana abierta,
una ventana iluminada.
Hay siempre un sueño que vela,
deseo que colmar,
hambre que calmar,
un corazón generoso,
una mano tendida,
una mano abierta,
ojos atentos,
una vida: la vida para compartir.

Paul Éluard

Imposible

Sólo no podré llevar el piano,
y menos aun la caja de hierro.
Si no fuera la caja,
y el piano,
mi corazón lo llevaría de vuelta.
"Los banqueros saben:
somos ricos sin límites,
nos faltan bolsillos guardamos
en la caja de hierro".
Mi amor, por ti,
es un tesoro,
y lo guardo en mi caja de hierro,
y como un Creso ando contento.
Y sólo cuando tengo muchas ganas,
saco una sonrisa,
media sonrisa,
o menos,
y emborrachándome con otros,
gasto a media noche,
unos quince rublos de lirismo en moneda.

VLADIMIR MAIAKOVSKI

Las masas corales

Amaban demasiado y los domingos
como nosotros y tuvieron sonrisa
desde niños, manos cálidas después
palpando vida incierta, libros
pocos; muchos martillo o cuerda
de cáñamo amarilla o blanca, tosca
para izar casas y ahorcar pequeña
vida, interiores de hogares, antes
de la guerra es posible iluminables
por carburo o candiles de aceite

pertenecieron a selectos Ateneos, otros
a marrones ateneos de barrio, quizá
de gremio - sus ediciones económicas
de Marx, Lombroso, Paracelso, San
Agustín o Bakunín todavía se encuentran
en montones malolientes de encantes
domingueros - y cantaron por Pascua
"Rosó, llum de la meva vida..."
en las esquinas del barrio, las masas
corales no inquietaban a Ortega, filósofo
sólo preocupado por las masas taciturnas
de los amaneceres de días laborables

amaron como nosotros bastante mal
pero con más esfuerzo, hicieron el amor
algunos, otros ya no tuvieron tiempo
podrida la hombría fláccida de su muerte

porque murieron

muchos no lejos de las vías de los trenes
junto a fuentes que constan en las guías
de España, para turistas de domingo

donde las flores seguramente enrojecen
de sangre antigua oculta como ríos
subterráneos que ya nadie distingue.


Manuel Vázquez Montalbán
Una educación sentimental / Praga

sábado, 13 de abril de 2013

En el primer parpadeo de un dios

En el primer parpadeo de un dios 
En la idea de un cuadro abstracto 
En el calor del pan cada domingo 
En la pirámide que hilvana el mar 
Con otras sirenas y otras sirenas 
O jugando en la copa del naranjo 
Hasta que caen las lágrimas del sol 
Muerto como una anáfora infinita 
Vivo como el amor fuera del tiempo 
Cuando canta analfabeta la belleza 
Néctar de narvales y estrellas puras 
Ríos de extranjería y persuasión 
Tormentas de azúcar en la nieve 
Todo cuanto se aprende hasta saber 
Todo cuanto se sabe hasta saber

El infierno se humedece

El infierno se humedece 
Para dar la bienvenida 
Al paso de las sombras 
Mi cigarro es una luciérnaga 
Buceando en la superficie del mar 
La historia es una estatua 
Donde los caracoles liberan su rastro 
El universo ha llegado 
A encender el velo de los siglos 
En mi razón alada 
Tierno como un animal muerto 
En el estómago de un oasis 
Me pierdo con la frente abierta 
Por los suburbios de la luz 
Duelen las promesas incumplidas 
Vuelva mi deseo a ser felicidad 
Han velado por la fantasmagoría 
No hay quien cure esta salvación 

Álvaro Guijarro

Debajo del reloj

Debajo del reloj 
Una mujer se abre 
En ascendencia 
Dan las doce 
Son los árboles 
El recuerdo se hunde 
Bestias blancas 
Charcos de miel 
(Vuelven huyendo) 
Bajo su mandato 
El amor crece como un adulto 
Los muertos cambian sus pálidas bocas por terrazas 
El dolor no vive en las rocas 
Bajo su tesoro 
Entre las nubes 
Una promesa dibuja 
El viejo futuro 

Álvaro Guijarro
(hace un año)

Mi máscara es de adobe

Mi máscara es de adobe 
Mi puerta es la sensible 
Los jardineros descansan en lo alto del mundo 
Cuando el amante aparece 
Con su corazón de tijera 
Dos cuerpos se columpian 
A través de los océanos 
Un trozo de película se deshace 
En la tripa del panal 
El pan entra en las bocas 
Como la lluvia en mi bolsillo 
Una nieve declina los vértigos 
Mi vida es una imagen 
Mi caída es imposible 

Álvaro Guijarro
(hace un año)

Edificios como sombras

Edificios como sombras
Se tumban entre vidrios
En el tiempo de la aurora
(Ya la noche es un mendigo)
Con alma de transeúnte
En el telar de la distancia
Tirada por niños de cometa
Tu espera es mi memoria
Mi razón tu eternidad
No me dejan preguntar
Por qué
(Ya la noche se salva sola)
Sin más vida que la luz
Es que soy tu espera
Cuando yo ya no


Álvaro Guijarro
(hace un año)

Lúcido como un tres de oros

Lúcido como un tres de oros 
En el azúcar de la vida 
Cuando las nubes se cierran 
Para adorar a la infancia 
Cuyo corazón se abre como un pescado 
Volando lejos de aquí 
La luna de oro 
El caos violeta 
La muerte en la sonrisa 
Dibujando una hinchazón de melodías 



Nada como aburrirse 
Fraternalmente 
De cara a la belleza 
Y al pan de los otros 
Esto me recuerda a ayer 
Cuando vine del mañana 
Para ilusionar el ahora 
Mi desvelo 
Duerme en el continente de tus ojos


Álvaro Guijarro
(hace un año)

viernes, 5 de abril de 2013

Si...

Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor
todos la pierden y te echan la culpa;
si puedes confiar en tí mismo cuando los demás dudan de ti,
pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
si puedes esperar y no cansarte de la espera,
o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras,
o siendo odiado no dar cabida al odio,
y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduria…

Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso (desastre)
y tratar a estos dos impostores de la misma manera;
si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho:
tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios,
o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida
y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas…

Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos
y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta,
y perder, y comenzar de nuevo por el principio
y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida;
y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos
a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza,
excepto La Voluntad que les dice “!Continuad!”.

Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud
o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser;
si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte,
si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
si puedes emplear el inexorable minuto
recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.


Rudyard Kipling

jueves, 4 de abril de 2013

Variación sobre un viejo tema

Eres ventana / niña / o sólo rosaleda
¡eres! y juegas en los arenales del tálamo
con añicos de júbilo / desnuda
y transparente en el crepúsculo
dejando adrede tus joyas en el anaquel
Ya no danzas más encendiendo tus brazos
ante tu espectador privado vigilante
Una columna de llamas en crescendo
se derrumba en onda luminosa y titila
como bujía que languidece y no se apaga

La noche nos convence al fin de comenzar
las caricias entrambos tras el trance candente
Algo ha ocurrido bajo el cambio de luces
También yo me moví con magistral misterio
hasta acercarme al centro del jardín
Lo arcaico de esta noble realidad
de este abismo dorado de abejas
Deberían venir a consultarnos sobre
cosas inverosímiles que ocurren aquí dentro
del precioso canasto de noche
doblemente repleto de besos y de grillos
extraordinariamente niquelado por la luna

Empecé a contar tus pestañas
matemáticamente absorbido en tu cara
amarillo de espíritu sin tocar tu quietud
toda la madrugada casi místico así
meditando el arcano de unos párpados puros
largo rato aún sin moverme hasta que
acudí lentamente a las rampas carnales
y comprendí el paisaje de una espalda
Oh ninfa tu belleza es un murmullo increíble

Ya toco el gran algodón / te toco
a sabiendas cámara de ternura
máquina santa de sangre y cabellera
regia muñeca viva impecable función
Ahora cierro los ojos para honrar los crujidos
y ver la oscuridad poblada de palomas
en un continuo nimbo las frentes y los pies
Bien hago en ser lealmente lento conmigo mismo
mientras lleno de hojas o caricias tu cuerpo
y retorno a tu cara solitaria de silencio
atroz también tus manos tienen enorme paz

Soy un viento mirándote dormir
bajo la disciplina de la felicidad
Entré en el terciopelo y frecuenté la urdimbre
y visité la fábrica salvaje de la miel
viviendo una experiencia de mutismo binario
atravesando largos corredores violetas
Y la respiración de colores / el sueño
con su casa sin puertas es una antigua casa
Azul muralla de cristal / regia muñeca viva
mojada de licor en esta noche egipcia.

Carlos Edmundo de Ory

Poema escrito con el torso desnundo


Vamos juntos es admitido el tren de amor
El humo unido de los cigarrillos
Bendita sea nuestra trinitaria
Y mañana los tres campearemos
en no se sabe cuál rincón rinconocido

He conocido a un amigo con quien vivo
Es una pesadilla tocar su alma naque
Es un sueño agitado tenerlo cerca mente
porque tiene arrebatos de batracio
almanaque es su alma que registra locuras
su mente fría inventa incendios

Yo creador ella mi llave blanca
y el amigo es un pintor oculto
Vivo en su casa y ella viene a estar
Vemos caer la noche y no decimos nada
Yo vil creador con una musa al lado
y el otro trasgo hacemos tres
¿Qué harán de nosotros los demonios
cuando nos separemos algún día
dejando en su ataúd la juventud?

Carlos Edmundo de Ory

Oda Del Dolor

Cuando estos labios míos pegados a la luna
dejen ya de ser poma voz de arena y misterio
bailaré como un ángel sabe solo bailar
¿Qué hago aquí tanto tiempo? Gran deshollinador
Sobre esta luz dorada del día que lamento
¿A quién debo ofrecer el manto de mis llantos?
¿A quién la lamedura que me lacra la voz?
Dolor cuando tú pisas los párpados del hombre
Extraño corazón con una espada en medio
Nadie sabe decir por qué vuelan los pájaros
muy por encima de nuestra frente mortal
Alguien puede mirarme Yo le enseño mis dedos
Diez dedos ¿por qué diez? Manos son dos
Una escribe una carta a un niño triste
La otra mano espera siempre espera
El pecho que respira y sangra es
el futuro tambor del topo abajo
¿Qué hago yo aquí más tiempo me pregunto
borracho de salud y borracho de muerte?

Carlos Edmundo de Ory

Nihilismo

En el fondo de ti vuela la mariposa
personal ¡Salta en el vacío!
Nada suplanta la experiencia diestra
¿Qué haces en la ribera lamentándote?
momento piloto del ser monumento
Estar en el espacio santísimo y divino
las dos pupilas diarias y el órgano pineal
y mirar las estrellas con ojo terco

En la época dorada saber poner las manos
sobre la Nada no coger ya nada

La mixtificación no te rodea


Carlos Edmundo de Ory

Fonemoramas

Si canto soy un cantueso
Si leo soy un león
Si emano soy una mano
Si amo soy un amasijo
Si lucho soy un serrucho
Si como soy como soy
Si río soy un río de risa
Si duermo enfermo de dormir
Si fumo me fumo hasta el humo
Si hablo me escucha el diablo
Si miento invento una verdad
Si me hundo me Carlos Edmundo
Carlos Edmundo de Ory

España mística

Cerro lomo inmenso tímpano doliente
y en las perchas de los árboles
las casacas de los ángeles se pudren
Pones puertas al desierto
pantalones al espíritu
Lava un poco tu esqueleto con jabón
De los muertos muertos de hambre
pararrayos de oraciones
el ciprés

Tengo sed de alcantarillas
y de cerveza bendita
Dame prisión de campanas
con tus rosarios mohosos
Con tus capas de torero
hazme un traje funerario
un sudario de primera
Y en mi tumba pon mañana
un cocido de garbanzos con chorizo

Fiesta digna de matracas y cohetes
Oh mi España de peluca y de tomate
Matricúlame de muerto en la alcaldía
y celebra un carnaval de escapularios
ese día noche alba o madrugada

Carlos Edmundo de Ory

Y

Y volver a dormir y despertar del sueño
y este soñar de nuevo envuelto en brumas
y no saber si son lunas o espumas
lo que mueve este mundo tan grande y tan pequeño

Y este ver tristemente cada día encarnada
nuestra vida en el tiempo y nuestro rastro
de carne en el olvido y sólo queda el astro
en todo este misterio del todo y de la nada

Y la vida no es sólo una interrogación
No es sólo ese guarismo de serpiente lasciva
que al morderse la cola una soga nos lega

La vida es una letra de inmenso corazón
que levanta sus brazos frágiles hacia arriba
clamando de continuo
¡La vida es una Y!

Carlos Edmundo de Ory

Los amantes

Como estatuas de lluvia con los nervios azules
secretos en sus leyes de llaves que abren túneles
sucios de fuego y de cansancio reyes
han guardado sus gritos ya no más

Cada uno en el otro engacelados
de noches tiernas en atroz gimnasio
viven actos de baile horizontal
no caminan de noche ya no más

Se rigen de deseo y no se hablan
y no se escriben cartas nada dicen
juntos se alejan y huyen juntos juntos

Ojos y pies dos cuerpos negros llagan
fosforescentes olas animales
se ponen a dormir y ya no más.

Carlos Edmundo de Ory

Las cinco vocales de la recién nacida

A E(va) i/o u(va)
nacida como perla de una concha de mar
y/o in cellam vinariam del amor
hija de dos hijos hoja de cuatro ojos
la tercera viviente de empinada terraza
cerca del aire y cerca del calor
entre noches de estrellas y días de batallas
en medio de un binomio de ternuras nativas
durmiente terrenal acunada por ritmos
de versos y temblores y roces fraternales
has entrado en las palmas cálidas de unas manos
manantiales ¡te estoy viendo mamar!

Carlos Edmundo de Ory

Hypocite lecteur

Abre hermano la puerta de este libro
alza la tapa de este baúl
que tienes cerca de tu mano morfinómana.

Suspira con educación
quita la mano de la oreja
lee despacio mi alud de cuentos de hadas
que has abierto un baúl de hechicería.

Respira en la pocilga de mi música
los violines en polvo
llora conmigo al recitar mis penas
mis cadenas mis venas mis antenas

mis pañuelos planchados con mis pies
y sabrás por qué soy el poeta sin sueldo
dejado en la frontera con una lavativa.

Carlos Edmundo de Ory

Hipérbole del amoroso

Te amo tanto que duermo con los ojos abiertos.
Te amo tanto que hablo con los árboles.
Te amo tanto que como ruiseñores.
Te amo tanto que lloro joyas de oro.
Te amo tanto que mi alma tiene trenzas.
Te amo tanto que me olvido del mar.
Te amo tanto que las arañas me sonríen.
Te amo tanto que soy una jirafa.
Te amo tanto que a Dios telefoneo.
Te amo tanto que acabo de nacer.

Carlos Edmundo de Ory