La magia de creer para ver

martes, 29 de enero de 2013

Una cárcel

El lenguaje no es la cárcel de la poesía.

El lenguaje es un montón de ladrillos,
algunos se hacen con ellos una cárcel.

La poesía no es la cárcel del lenguaje.

La poesía no es un montón de palabras,
pero algunos se hacen una cárcel con ellas.




Antonio Orihuela

sábado, 26 de enero de 2013

Ventanas

Me asomo a las ventanas de la niña que fui.
El paisaje no acaba de fijarse:
una foto movida es la memoria,
una ciudad donde hace siempre frío.

Ópalos de nieve
caen despacio sobre un vidrio opaco
y se derriten sin centellear.

Busco
        el fulgor del verano,
el rastro de una fruta
en la que hundir los dientes.

Tanta luz de repente entre mis labios,
trago la luz mezclada con saliva.

Y una extraña escribe
el poema soñado
por la niña que asoma a mis ventanas.



Ioana Gruia


La escala de los mapas

"Ah, pero hay audaces que afirman que Brezo jamás existió. Yo tengo pruebas, por supuesto: su aroma impregna, definitivo, el borde de mis solapas. ¿Pero por qué debo probarlo? Y, probándolo, ¿qué conseguiría? ¿Es que se ha determinado ya la diferencia entre las ideas de los sentidos y las ideas de la imaginación? Si es así tengan, por favor, la bondad de decírmelo. Explíquenme cómo saber si el entendimiento entre dos personas -dos almas- existió o fue criatura de la mente nada más. Si es así que lo nieguen todo, de acuerdo. Que nieguen incluso que yo existo. ¿Existo o no existo? ¿Existo o soy una creación de esa mujer de cuello largo, esa que estaba sentada en el sillón de orejas que heredó de sus abuelos cuando todo empezó? ¿Pero qué fue, qué fue lo que empezó?"

Belén Gopegui
Sólo desde que estoy
de mi propio lado
-no fue juego de niños
llegar a ello-
puedo ponerme
por completo
-y seguir siendo yo-
del lado de otros.

Hans Herbert Dreiske
manejan con humo
marejadas humanas
como prestidigitadores
o ilusionistas de prestigio
que jamás destapan
la trampilla de atrapar
se ve sólo la cara be
de los cadáveres
Pablo Vázquez Viejo

Sierpe

La arena, ágil, se desborda,
escarba en sí misma, escudriña
restos, lápidas,
esqueletos genealógicos.
Jamás logré comprender esa voracidad por el pasado.
Yo, instante de instantes,
me desprendo de mi piel sosegadamente, olvido,
juego a engañarme.
En todo este desierto, tan sólo yo adivino
quién fue quién.

Dan Pagis

jueves, 24 de enero de 2013

Matinée

Abro los ojos,
y así, mirando sin ver,
busco los restos,
que la noche
esparció de mí.
Me completo.
Me recuento.
Me noto bien,
(cabal)
¿Feliz?,
¿se llamará así?.
Mejor no pasar,
(al interior)
dejarlo ahí.
Es lo que tengo,
que puedo estar bien,
casi sin nada.
Aunque,
siendo el mismo
que ayer,
creo recordar que…
o, y si
¿ni fue ayer?
¿ni era yo?

Iñaki Gurruchaga Zapirain
)

Miedo

El miedo pasa de hombre a hombre
Sin saber,
Como una hoja le pasa su temblor
A otra.

De pronto todo el árbol está temblando
Y no hay señal alguna del viento.

Charles Simic

martes, 15 de enero de 2013

Todo en la naturaleza es perfectamente real incluyendo la conciencia, no hay absolutamente nada de lo que preocuparse. No sólo se han roto las cadenas de la Ley, es que nunca existieron; los demonios nunca guardaron las estrellas, el Imperio jamás se fundó, a Eros nunca le creció la barba.

No, escucha, lo que ocurrió fue esto: te mintieron, te vendieron ideas sobre el bien y el mal, te hicieron desconfiar de tu cuerpo y te avergonzaron de tu profesión del caos, se inventaron palabras de asco por tu amor molecular, te mesmerizaron con su indiferencia, te aburrieron con la civilización y con todas sus roñosas emociones.

No hay devenir, ni revolución, ni lucha, ni sendero; tú ya eres el monarca de tu propia piel; tu inviolable libertad sólo espera completarse en el amor de otros monarcas: una política del sueño, urgente como el azul del cielo.

Despojarse de todos los derechos y dudas ilusorias de la historia exige la economía de una legendaria edad de piedra; chamanes y no curas, bardos y no señores, cazadores no policías, recolectores de pereza paleolítica, dulces como la sangre, van desnudos como un signo o pintados como pájaros, en equilibrio sobre la ola de la presencia explícita, sobre el ahora y siempre sin relojes.

Los agentes del caos dirigen candentes miradas a cualquiera que sea capaz de atestiguar su condición, su fiebre de lux et voluptas. Sólo estoy despierto en lo que amo y deseo hasta el punto del terror; todo lo demás no es sino mobiliario amortajado, anestesia cotidiana, cagadas mentales, aburrimiento subreptil de los regímenes totalitarios, censura banal y dolor inútil.

Hakim Bey.

lunes, 14 de enero de 2013

Aún

Qué misterioso era que ambos, en la distancia
casi impensable que nos desunía,
lográramos oírnos y que habláramos
idéntico lenguaje: el que pronto aprendimos
--bastaron la intuición y unas miradas--
en las contadas veces que la suerte
nos dio para sabernos y estar juntos.

Llegaban tus palabras hasta mí
titubeantes y con decisión,
entre fervores y melancolías.
Atravesaban días y noches, cielos, mares,
y al final enhebraban en un mágico hilo
soledades y asombros de uno y otro.
Imprevisiblemente me mostraban
tu mundo remotísimo, tus quehaceres, tu forma
peculiar de evocarme y pronunciarme,
tu intimidad que entonces pude sentir tan mía.

Sí, no ignoro que todo acaso no fue más
que un sueño que soñamos a un tiempo, pero se hizo
muy intensa la vida.
....................Y aun ahora
no consigo avenirme a dar por bueno
que aquello sucediera y terminara.
Porque no eres recuerdo: todavía
alienta en mi vivir --no en la memoria--
esa fragilidad tan verdadera
que el aire leve mece, pero no quiebra el viento.
y es tu imagen un claro presente sucesivo
brotando a cada instante, que me causa
emoción, alegría y gratitud.
Y dolor. Y dulzura.


Eloy Sánchez Rosillo

sábado, 12 de enero de 2013

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas que dormían en la lluvia.

No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.

Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio,
esa sonrisa.

Busco tu suma, el borde de la copa
donde el vino es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.


Julio Cortázar.

miércoles, 9 de enero de 2013

Quise una vez, pensé que me amarían.
No me quisieron.
La única razón del desamor:
Así tenía que ser.

Me consolé en el sol y en la lluvia.

Me senté otra vez a la puerta de mi casa.
El campo, al fin de cuentas, no es tan verde
Para los que son amados como para los que no lo son:
Sentir es distraerse.

Alberto Caeiro. (Pessoa)

martes, 8 de enero de 2013

Os daré a probar y os impondré mi virilidad,
Aurelio bardaje y Furio marica, que por mis 
versos, porque son voluptuosos, me habéis creído
poco decente. Pues el poeta bueno debe ser casto
en su persona, pero no es necesario que lo sean sus
versos, que después de todo sólo tienen sal y
gracia si son algo voluptuosos y poco decentes y
pueden levantar los ánimos no digo de los
muchachos, sino de esos hombres de pelo en pecho
que ya no pueden menear sus duros lomos.
¿Vosotros, porque habéis leído muchos miles de
besos, me consideráis poco hombre? Pues os daré a
probar y os impondré mi virilidad.


Os daré por el culo y me la mamaréis,
mamón de Aurelio y marica de Furio,
que me creisteis poco decente
porque mis versos son ligeros.
Que el poeta piadoso debe ser decente,
pero de ninguna manera sus versos,
pues sólo tienen sal y gracia,
si son ligeros y poco decentes
y si pueden incitar las cosquillas
no digo de los jovencitos, sino de esos
velludos incapaces de menear sus duros lomos.
¿Vosotros, porque leisteis muchos miles
de besos, creéis que no soy hombre?
Os daré por el culo y me la mamaréis.
 
 Catulo
Unos sostienen sus huertos oreados,
sus panales, sus eras y sus viñas,
mas no conocen las fases del mosto.
Yo no te tengo más que a ti.
Otros tienen sus flotas y arsenales
y capean temporales en la Bolsa
durmiendo entre unos brazos mercenarios.
Yo no te tengo más que a ti.

Los demás tienen prisas y negocios
y tratan de llegar pronto a una cita
para que esta demencia continúe.
Yo no te tengo más que a ti.

Antonio Martínez Sarrión

lunes, 7 de enero de 2013

Iniciativa

Hasta que uno no se comprometa hay vacilación,
posibilidad de volverse atrás y siempre ineficacia.
Respecto a todo acto de iniciativa y creación
sólo hay una verdad fundamental:
El ignorarla mata innumerables ideas y esplendidos planes.
En el momento en que uno se compromete definitivamente,
también la providencia se moviliza.
Acuden en nuestra ayuda toda suerte de cosas
que de otra manera nunca hubiesen ocurrido.
Una corriente de sucesos fluye de la decisión,
haciendo surgir a nuestro favor todo tipo de incidentes,
de imprevistos, de encuentros y de asistencia material
que nadie hubiera soñado pudieran venir de este modo.
Todo aquello que puedas hacer o sueñes que puedes hacer,
comiénzalo.
El coraje encierra en sí el genio, el poder y la magia.
¡Empieza ya!

Del Fausto de Goethe

domingo, 6 de enero de 2013

Anillo

No el que lleva en esta detenida extensión
de tierra, sino el que vimos juntos
en aquella tiendecita de Oregón: ágata musgosa,
de un verde tan subido que negreaba en el aro de plata. Difícil
de encontrar después, extraído de su mano
y vigilante. Pensando que sorprendería a su poder
con la traición, se lo regalé a un amigo nuestro que nunca llevaba
anillos y necesitaba su suerte. Pero pronto supe,
no me preguntes cómo, que el anillo
yacía, junto a baratijas diversas, en un cajón. Le pedí

que me lo devolviera y, durante algún tiempo, lo llevé al cuello, colgado
de una cadena. Pero resultaba extraño,
como un amuleto escolar: un recuerdo de amor para el que ya estaba
mayor, y que había cambiado por el oro rosa
de las alianzas matrimoniales. ¿Dónde está ahora?
En algún abyecto lugar seguro.
Pero ¿dónde? Apartado. Pongo la casa patas arriba
buscándolo. Pero no lo encuentro. Es peor
que una maldición. Como la felicidad que malgastamos en fuentes
con deseos equivocados. O la burla

azarosa de. la memoria, su embotada firma, tan casual
que me aplasta viva, y me creo lo que nunca me creo
de las verdaderas apariciones: que utiliza
mi deseo para venir a mí;
que mis sentidos están habitados, como el tronco
en cuyo interior se embute el oso
para hibernar; que la presencia en curso de los muertos
es volátil y sacramental. El viento al que
está unido ese muchacho, que corre con una cometa por
entre las tumbas, mirando a lo alto, pero manteniendo el equilibrio,

como si introdujera el cielo en la tierra con
fría temeridad. Así que mi amor, muerto pero viviente,
asoma en el flujo de la memoria, de lo que su memoria
recordaría, igual que él es recordado
en una calle de Dragón, muerto viviente de amor,
con la extrañeza de la plata fría
ciñéndole el dedo de la mano recién creada.

Tess Gallagher

sábado, 5 de enero de 2013

Laguna

Y el ángel dijo entonces: te enseñaré qué
pintan ahora los maestros antiguos. Y
me llevó a otra sala, y me mostró un
paisaje: una laguna de aguas verdiazules, con
huellas de un naufragio, y una multitud en cada
orilla.
Quiénes son, pregunté; por qué lloran.
Los que nacieron en el siglo de la muerte de
la muerte, respondió; los que ya nunca podrán
cruzar al otro lado.



Abraham Gragera

Éramos violentos

Éramos violentos y algo tristes.
El paraiso entonces
era besar tus labios,
ir contigo a los muros donde en tiempos de paz
se abrazan las parejas
como si cachearan al amor.

Era el setenta y siete.
Tenías veinte años y un temblor en el pecho
de palomas miedosas que acostumbraron pronto
a probar la ternura de mis manos.

Éramos violentos: agentes de uniforme
saqueaban las aulas en busca de octavillas,
de libros prohibidos;
no comprendieron nunca que en los parques de octubre,
besándonos los labios,
fuimos más inquietantes, mucho más peligrosos
que gritando en las calles mientras nos perseguían.

Tenías veinte años:
Recuerdo que en un muro,
bajo la sangre quieta de unas siglas,
hicimos el amor en pie de guerra.


Pedro Sevilla Gómez, "Todo lo azul del mundo".

viernes, 4 de enero de 2013

Y toda yo era silencio y era parte del silencio. Mordía
una rama de mirto
para no gritar. Porque lo sentía: mi boca crecía
desmesuradamente, para un gran grito, y mis
dientes
también se separaban, se distanciaban, para dejar
salir
el grito. Lo contuve. se disolvió
en mí.
Ese era el silencio. Y yo era etérea-podía
volar.

Yannis Ritsos Crisotemis

jueves, 3 de enero de 2013

Los 400 golpes

Hay señales que alumbran un disparo,
gestos de pita para domar un cuello,
canallas de redoma dispuestos al ajuste,
cien cuchillos mellados que en su óxido contienen la gangrena,
un sicario de números jugando a ser Damocles,
alguna sumisión
y unas panteras dispuestas a atacar y a hacer un muerto...

Luis Felipe Comendador Sánchez