En aquel planeta
no había lugar
donde esconderse
tan sólo dos
seres primigenios
dos miradas desafiantes
en mutuo devorar
enlazados
pestaña a pestaña
sin párpados
con los que sentir la noche
No tratéis de huir
son dos colosos sin muerte
destinados a un perpetuo
Hiroshima
incluso cuando creáis
que por fin habéis dejado
ese cuerpo telúrico
en continuo big bang
estaréis en otro
de sus infinitos satélites
nuevo para vosotros
pero tan viejo
como el universo
como el hombre
Recordad;
no hay lugar donde esconderse
Arantxa Romero
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