La magia de creer para ver

miércoles, 29 de mayo de 2013

En vano

EN VANO pintas corazones en la ventana:
abajo el duque del silencio
alista soldados en el patio del castillo.
En el árbol iza su pendón — una hoja azulándose cuando cae el otoño,
reparte la brizna de la melancolía y las flores del tiempo entre el ejército;
con pájaros en el pelo avanza a sumergir las espadas.

En vano pintas corazones en la ventana; un Dios está entre las tropas,
envuelto en la capa que antaño cayó de tus hombros,
de noche, hacia la escala,
antaño, cuando ardía el palacio, cuando hablaste
como los hombres: amada...
El no conoce la capa y no llama a la estrella
y sigue a la hoja que oscila adelante.
"Oh brizna", cree escuchar, "oh flor del tiempo".


Paul Celan

Memoria

No tomes muy en serio
lo que te dice la memoria.

A lo mejor no hubo esa tarde.
Quizá todo fue autoengaño.
La gran pasión
sólo existió en tu deseo.

Quién te dice que no te está contando ficciones
para alargar la prórroga del fin
y sugerir que todo esto
tuvo al menos algún sentido


José Emilio Pacheco

martes, 28 de mayo de 2013

Naturalmente

Un claro en las nubes.
El macizo perfil de las montañas azules
que recortan el horizonte.
El amarillo apagado de los rastrojos.
El río muy negro.
¿Qué estoy haciendo en este lugar,
solo y cargado de culpas?
Me pregunto.

Sigo comiendo las frambuesas de la fuente.
Sin hacerme problemas. Si estuviera muerto,
me recuerdo, no podría saborearlas.
Nada es tan simple.
Sí, todo es así de simple. Naturalmente

Raymond Carver

lunes, 27 de mayo de 2013

Noviembrejunio

La noche en que la
Lluvia cayó sobre
El poema lo
Comió
Pasan días pasan
Noches ella corre en
La luz de la luna entre
El cielo y la tierra

S. Kirsch

domingo, 26 de mayo de 2013

Autorretrato en la cama

Para los visitantes imaginarios tenía una silla
de mimbre que encontré en la basura.
Había un agujero donde debería estar el asiento
y sus patas se tambaleaban
pero conservaba una apariencia digna.

Jamás me senté en ella, aunque
con ayuda de un cojín uno podría haberlo intentarlo
cuidadosamente, con las rodillas juntas
como ella aquella vez,
reclinada y riéndose por la incomodidad.

La lámpara en la mesilla de noche
hacía lo que podía para conferirle
un cierto aire de misterio a la habitación.
Había también un espejo, que hacía
que todo se tambalease como en una pecera

si por casualidad miraba en su dirección,
con la nariz roja, a punto de estornudar,
con un grueso gorro de lana tapándome las orejas,
leyendo a algún ruso en la cama
y preocupado por mi alma, de eso estoy seguro.


Charles Simic

viernes, 24 de mayo de 2013

Nos llaman. Despertamos.
Van tus cabellos sueltos
-estandartes de sol-
comandando los vientos.

J. Rojas

martes, 21 de mayo de 2013

Arte poética

Empeci / Nada sima (: hoyo profundo, abismo) infancia hasta
los huesos.
Residuos mondos, Ultimo amor o adveni / Miento. Pulidos ros-
tros, inexactos o exactos equivalentes de la
memoria.

Superficie de enquistada taracea. Quienes los robados can-
tos, los ajenos frutos entre los que no soy
Dios,
sino abismado espectro / límite extremo / salvada o insal-
vable distancia: semejanzas, coincidencias.
Horizontal fulgor su degüello.


Galvarino Plaza

lunes, 20 de mayo de 2013

Els ulls de la Marian
estan tancats com cel•les,
però tothom sap que Barcelona no dorm,
aquí ningú sap somiar.

La seva pell
no té memòria
en travessar els llums o els ponts
que condueixen a l'amor.

O potser cap a alguna cosa semblant,
probablement cap a la seva llar
- cap alguna cosa meva - que és l'absurd,
que és la torre amb la seva res en flor.

Ella
distingeix tot tipus de veritats
i furga en les butxaques
d'aquests ridículs silencis,
elèctrics ressorts
d'aranya embogida.

Aquesta ciutat colpeja la seva fràgil llum
despietadament.

Volteja senders de metall,
dóna'm pa de vertigen
i aigua amb sals minerals,
destrueix jocs de sorra a la platja:
ja no som unes criatures.

Qui vas ser tu en el poema?

Tot ha mort,
perquè ella sap el que significa Déu.

Un esclat extravagant,
altre mur de pedra enderrocat,
l'udol del temps.

Allen Ginsberg ho sabia.


José Antonio Pamies

sábado, 18 de mayo de 2013

Una y él

- ¡Ayayay, ayayay!
¿Qué es, di tú, sin amor el vivir?
¡Me querría ahora mismo matar!
¡Ayayay!
- Flajinsterio, termifa, cachumbo.
¡Purumpúm, purumpúm, purumpúm!
- ¡Ayayay, ayayay!
¿Qué es la vida, di tú, sin amar?
¡Me quisiera ahora mismo morir!
¡Ayayay!
- Desidelio, flamina, catumpo.
¡Purumpúm, purumpúm, purumpúm!


Juan Ramón Jiménez

lunes, 13 de mayo de 2013

Lo que yo quiero

I

Quiero ser las dos niñas de tus ojos,
las metálicas cuerdas de tu voz,
el rubor de tu sien cuando meditas
y el origen tenaz de tu rubor.

Quiero ser esas manos invisibles
que manejan por sí la Creación,
y formar con tus sueños y los míos
otro mundo mejor para los dos.

Eres tu, providencia de mi vida,
mi sostén, mi refugio, mi caudal:
cual si fueras mi madre yo te amo...
¡y todavía más!

II

Tengo celos del sol, porque te besa
con sus labios de luz y de calor,
del jazmín tropical y del jilguero
que decoran y alegran tu balcón.

Mando yo que ni el aire te sonreía:
ni los astros, ni el niño, ni la flor,
ni la Fe, ni el Amor, ni la Esperanza,
ni ninguno en lo eterno más que yo.

Eres tú, Soberana de mis noches,
mi constante, perpetuo cavilar:
ambiciono tu amor como la Gloria...
¡y todavía más!

III

Yo no quiero que alguno te consuele
si me mata la fuerza de tu amor...
¡si me matan los besos insaciables
fervorosos, ardientes que te doy!

Quiero yo que te invadan las tinieblas
cuando ya para mí no salga el sol.
Quiero yo que defiendas, mi cadáver
del más leve ritual profanador.

Quiero yo que me nombres y conjures
sobre labios y frente y corazón.
Quiero yo que sucumbas o enloquezcas...
¡loca, sí, muerta, sí, te quiero yo!

Mi querida, mi bien, mi soberana,
mi refugio, mi sueño, mi caudal,
mi laurel, mi ambición, mi santa madre...
¡y todavía más!


Almafuerte

domingo, 12 de mayo de 2013

Canción del macho y de la hembra

¡Canción del macho y de la hembra!
La fruta de los siglos
exprimiendo su jugo
en nuestras venas.
Mi alma derramándose en tu carne extendida
para salir de ti más buena,
el corazón desparramándose
estirándose como una pantera,
y mi vida, hecha astillas, anudándose
a ti como la luz a las estrellas!
Me recibes
como al viento la vela.
Te recibo
como el surco a la siembra.
Duérmete sobre mis dolores
si mis dolores no te queman,
amárrate a mis alas
acaso mis alas te llevan,
endereza mis deseos
acaso te lastima su pelea.
¡Tú eres lo único que tengo
desde que perdí mi tristeza!
¡Desgárrame como una espada
o táctame como una antena!
Bésame
muérdeme,
incéndiame,
que yo vengo a la tierra
sólo por el naufragio de mis ojos de macho
en el agua infinita de tus ojos de hembra!

Pablo Neruda

martes, 7 de mayo de 2013

Aumentó mi pasión...

Aumento mi pasión y aguijoneó mi anhelo una candela embozada en mantos de sombra.

Entre la oscuridad me hacía señas, como un dedo blanco teñido de rojo en la punta, y perteneciente a una mano escondida.


Si no soplaba la brisa, brillaba su llama como un hierro de lanza; si la brisa lo torcía, se achataba como una pulsera de luz.


Ibn Zamrak
Jardín yo soy que la belleza adorna:
Sabrás mi ser si mi hermosura miras.
Por Muhammad, mi rey, a par me pongo
de lo más noble que será o ha sido.
Obra sublime, la Fortuna quiere
que a todo monumento sobrepase.
¡Cuánto recreo aquí para los ojos!
Sus anhelos el noble aquí renueva.
Las Pléyades le sirven de amuletos;
la brisa le defiende con su magia.
Sin par luce una cúpula brillante,
de hermosuras patentes y escondidas.
Rendido le da Géminis la mano;
viene con ella a conversar la luna.
Incrustarse los astros allí quieren,
sin más giraren en la celeste rueda,
y en ambos patios aguardar sumisos,
y servirle a porfía como esclavas:
No es maravilla que los astros yerren
y el señalado límite traspasen,
para servir a mi señor dispuestos,
que quien sirve al glorioso gloria alcanza.
El pórtico es tan bello, que el palacio
Con la celeste bóveda compite.
Con tan bello tisú lo aderezaste,
que olvido pones del telar el Yemen.
¡Cuántos arcos se elevan en su cima,
sobre columnas por la luz ornadas,
como esferas celestes que voltean
sobre el pilar luciente de la aurora!
Las columnas en todo son tan bellas,
que en lenguas correderas anda su fama:
lanza el mármol su clara luz que invade
la negra esquina que tiznó la sombra;
irisan sus reflejos, y dirías
son, a pasar de su tamaño, perlas.
Jamás vimos alcanzar más excelso,
de contornos más claros y espaciosos.
Jamás vimos jardín más floreciente,
de cosecha más dulce y más aroma.
Por permisión del juez de la hermosura
Paga, doble, el impuesto en dos monedas,
pues si, al alba, del céfiro en la manos
deja dracmas de luz, que bastarían,
tira luego en lo espeso, entre los troncos,
doblas de oro de sol, que lo engalanan.
Le enlaza el parentesco a la victoria:
Sólo al del Rey este linaje cede.


Ibn Zamrak

AL-MU`TAMID

AMOR ONÍRICO

Te he visto en sueños en mi lecho
y era como si tu brazo mullido fuese mi almohada,era como si me abrazases y sintieses
el amor y el desvelo que yo siento,
es como si te besase los labios, la nuca,
las mejillas, y lograse mi deseo.
¡Por tu amor!, si no me visitase tu imagen
en sueños, a intervalos, no dormiría más.
 TRES COSAS
Tres cosas impidieron que me visitara
por miedo al espía y temor del irritado envidioso;
la luz de su frente, el tintineo de sus joyas
y el fragante ámbar que envolvía sus vestidos.
Supón que se tapa la frente con la amplia bocamanga,
y se despoja de las joyas, más ¿Qué hará con su aroma?

EL COPERO, LA COPA Y EL VINO

Apareció, exhalando aromas de sándalo,
al doblar la cintura por el esbelto talle,
¡Cuántas veces me sirvió, aquella oscura noche,
en agua cristalizada, rosas líquidas!
DESPEDIDA
Cuando nos encontramos para despedirnos, de mañanita,
ya tremolaban las banderas en el patio del alcázar;
eran acercados los corceles, redoblaban los atabales:
eran las señales de partida.
Lloramos sangre, hasta que nuestros ojos eran como heridas
al fluir aquel líquido rojo.
Y esperábamos volver a vernos a los tres días...
¿Qué habría sucedido si hubiesen sido más?

CARTA

Te escribo consciente de que estás lejos de mí,
y en mi corazón, la congoja de la tristeza;
no escriben los cálamos sino mis lágrimas
que trazan un escrito de amor sobre la página de la mejilla;
si no lo impidiera la gloria, te visitaría apasionado
y a escondidas, como visita el rocío los pétalos de la rosa;
Te besaría los labios rojos bajo el velo
y te abrazaría del cinturón al collar;
¡Ausente de mi lado, estás junto a mí!
Si de mis ojos estás ausente, no de mi corazón.
¡Cumple la promesa que nos hicimos, pues yo,
tú lo sabes, cumplo mi parte!
  
LA AURORA LADRONA

Disfrazó la pasión que quería ocultar,
más la lengua de las lágrimas se negó a callar;
Partieron, y ocultó su dolor, más lo divulgó
el llanto de la pena, tan evidente y balbuceante;
les acompañé mientras la noche descuidaba su vestidura,
hasta que apareció ante sus ojos una señal evidente:
Me detuve allí perplejo: la mano de la aurora
me había robado las estrellas.

EL CORAZÓN

El corazón persiste y yo no cesa;
la pasión es grande y no se oculta;
las lágrimas corren como las gotas de lluvia,
el cuerpo se agosta con su color amarillo;
y esto sucede cuando la que amo, a mí está unida:
¿Qué sería, si de mí se apartase?
 

EL RELÁMPAGO

El relámpago le asustó, cuando en su mano
el relámpago del vino resplandecía.
¡Ojalá supiera cómo, si ella es el sol de la mañana,
se asusta de la luz!

Ibn Zaydun

 
1
Un extranjero en los confines de levante
da gracias a la brisa,
porque lleva su saludo
hasta occidente.
¿Qué mal habrá en que el aliento
de la brisa lleve
un mensaje de amor que envía
un cuerpo al corazón?
 
 
3
Me dejaste, ¡oh gacela!,
atado en manos del infortunio.
Desde que me alejaste de ti,
no he conocido placer de sueño.
¡Si entrara en mi destino un gesto
tuyo o una mirada fortuita!
Mi intercesor -¡mi verdugo!-
en el amor es tu bello rostro.
Estaba libre del amor
y yo hoy me veo rendido.
Fue mi secreto silencioso,
y ahora ya se sabe.
No hay escape de ti,
lo que desees para mí,
así sea.
 
5
¡Ay, aquella gacela joven!
a quien pedí el licor,
y me dio generosa
el licor y la rosa.
Así pasé la noche
bebiendo del licor de su saliva,
y tomando la rosa en su mejilla.
 








7
¡Aquellas gacelas de moradas tan amables para mí!
Mi corazón les pertenece, las niñas de mis ojos, y el fondo de mi ser.
Tuyo es mi amor. La humanidad entera me es testigo.
Tú también lo serías si la envidia te abandonara.
Nunca se perdiera la unión entre nosotros
si tú hubieras amado como yo.
 
9
¡La que deja humilladas a las ramas de largos cabellos
cuando se mece,
y desprecia al cervatillo adormecido
cuando mira!
Te rescata de mí un amante. Extraño caso:
siempre que ofendes tú, él ofrece disculpa
y nunca me ha salvado de ti sentir la prevención.
Es imposible que las mañas de la pasión usen cuidado.
Tu amor es tentación predestinada.
¿Cómo podría el joven defenderse de su destino?
 
 
11
Manda a tu voluntad, yo soy constante,
no temas de mí olvido ni mudanza.
¿Cómo puede olvidar quien desde tu partida
ya no encuentra en la vida sabor, ni olvido en la distancia?
Tú me matas de amor y me sometes a pruebas de dolor,
me rompes de pasión y me dejas en herencia el sufrimiento.
Si yo guardara, infiel, el olvido en mi corazón,
no esperaría más, ¡mi esperanza!, vivir contigo.
¡Por Dios!, que jamás mi corazón amó de nuevo,
ni pudo aceptar otro amor que el tuyo.
 



 

13
¡Oh la peregrina distante cuyos lares están
en la reserva del corazón!
Tus bienes te hicieron olvidar al siervo
del que tú solo eres señor.
Las horas gozadas te alejaron de él
y ya ni su recuerdo se asoma a tu frente.
Quieran mis vigilias sostener la esperanza
cuyo sentido conocen tan sólo el destino y mis días.
 
15
¿Cuándo te contaré lo que me aflige?
¡Mi consuelo y tormento!
¿Cuándo tomarán mis labios
el lugar de la pluma al expresarme?
Bien sabe Dios que yo
por tu culpa me he puesto en este estado,
pues no encuentro sabor en los manjares
ni hallo grato el beber.
¡Tentación del devoto!,
¡oh pretexto del seductor!
Tú eres sol que se oculta
tras un cendal a mis miradas.
La luna, cuyo esplendor se filtra
a través de la nube transparente,
es igual a tu rostro cuando
bajo el velo se alumbra.
 
2
¿Por qué has cortado el lazo de la unión,
¡por Dios santo!, y te haces tan altiva con el vil?
¿Por qué rechazas la súplica de un amor
y una amistad sincera del que ya tiene el cuerpo enfermo?
¿Por qué no me visitas, ya que no sueles hacerlo
en persona, con carta o mensajero?
Tu veleidad desorienta mi astucia.
¿Acaso la astucia sirve de algo al fatigado?
 
4
¿Qué mal puede haber en que te muestres compasiva
si tú eres mi enfermedad y tú lo sabes?
Te complace, ¡mi exigencia y mi deseo!,
estar libre de mi queja
y reírte del amor mientras yo lloro.
Dios sea el juez de nuestro pleito.
Yo exclamo, cuando el sueño se me escapa,
como el afligido por su corazón enamorado:
¡La que duerme y por cuyo amor sufro vigilias,
regálame el sueño!, ¡tú que duermes!
 




6
¿Acaso, cuando sabes la parte de mi amor que tomas
y no ignoras el lugar que en mi corazón ocupas,
y cómo el amor me guía y me dejo llevar con obediencia
y no soporto más cadenas que las tuyas,
te satisface que la enfermedad me revista como túnica al cuerpo?
He teñido de negro por su causa mis ojos con vigilias.
Pasa tus ojos sobre las líneas de mi escrito
y encontrarás mis lágrimas desposadas con la tinta.
¡Por Dios!, ¡que ya mi corazón se derrama
en su lamento por un corazón tan duro!
 
8
¡Si yo supiera que alguna vez te encontraré en la soledad,
para poder quejarme de algo de lo que siento!
¡Dios traiga el día en que pueda declarar mi amor
con las lágrimas de mis ojos como testigo!
 




10
¿Cómo puede el tiempo hacerme sentir la desolación
cuando tú eres mi compañía,
y hacerme el día tan oscuro
cuando tú eres mi sol,
y plantar en tu amor mis deseos,
pero recoger la muerte entre los frutos
de mi siembra?
Has pagado con la traición mi lealtad
y has malbaratado mi amor injustamente.
Si el destino se sometiera a mi razón,
te rescataría de sus contradicciones al precio
de mi ser.
 
12
¡Por el ramo oloroso cuyo perfume cura al enfermo;
alientos ungidos, dulce aroma!
Con él me señalan los dedos suaves
de una joven esbelta, sus ojos oscurecidos con colirio de magia.
Espléndida belleza hecha de amor asciende entre sus ramas,
enferma con almizcle de radiantes virtudes.
Cuando ofrece jazmines con su mano,
recibo estrellas luminosas de mano de la luna.
Tiene virtudes dulces en un hermoso cuerpo,
una elegancia como fragante perfume o aroma de vino,
y consuela mi alma con una plática que me da contento
como los deseos y la unión que siguen a la ausencia.
 
14
¡La que hice famosa entre los hombres
por mi corazón abrumado de anhelos y penas!
Ausente tú no encuentro ser que me consuele
y tú presente toda la humanidad está conmigo.
 
 
 
 
 
 
 

Tú también eres ¡oh palma!

Tu también eres ¡oh palma!
en este suelo extranjera.
Llora, pues; mas siendo muda,
¿cómo has de llorar mis penas?
Tú no sientes, cual yo siento,
el martirio de la ausencia.
Si tú pudieras sentir,
amargo llanto vertieras.
A tus hermanas de Oriente
mandarías tristes quejas,
a las palmas que el Éufrates
con sus claras ondas riega.
Pero tú olvidas la patria,
a la par que la recuerdas;
la patria de donde Abbas
y el hado adverso me alejan.

Abd ar–Rahman I

El arco

Me maravillo de la ingratitud del arco,
porque no es leal con las palomas del boscaje.

Cuando era rama, fue su amigo,
y ahora que es arco las persigue.
¡Así son las vicisitudes de los tiempos!


De AHMED BEN WADDAH,
apodado AL-BUQAYRA, de Murcia
(muerto hacia 1135)

Disculpa

No me tachéis de inconsecuente porque mi corazón haya sido apresado
por una voz que canta:

Hay que estar serio unas veces y otras dejarse emocionar:
como la madera,
de la que sale lo mismo el arco del guerrero que el laúd del cantor.


IBRAHIM IBN UTMAN

Casida en nun

(Fragmento)

Alejados uno de otro, mis costados están secos de pasión por ti,
y en cambio, no cesan mis lágrimas...

Al perderte, mis días han cambiado y se han tornado negros,
cuando contigo, hasta mis noches eran blancas...

Diríase que no hemos pasado juntos la noche, sin más tercero
que nuestra propia unión,
mientras nuestra buena estrella hacía bajar los ojos de nuestros censores:

Éramos dos secretos en el corazón de las tinieblas,
hasta que la lengua de la aurora estaba a punto de denunciarnos. 


IBN ZAYDUN

Acróstico


I gnoran mis ojos tu presencia, pero vives en mis entrañas.
T e saludo con mil lágrimas de pena y mil noches sin dormir.
I ngeniaste cómo poseerme, algo difícil, y viste que mi amor es fácil.
M i deseo es estar contigo siempre. ¡Que me conceda este deseo!
A segúrame que cumplirás la promesa y no te cambiarás por mi lejanía.
D i cabida a tu dulce nombre aquí, escribiendo sus letras: Itimad.


AL-MUTAMID

Poema de la fuente del jardín de Daraxa

Yo soy un orbe de agua que se muestra a las criaturas diáfano y transparente
una gran Océano cuyas riberas son labores selectas de mármol escogido
y cuyas aguas, en forma de perlas, corren sobre un inmenso hielo primorosamente labrado.

Me llega a inundar el agua, pero yo, de tiempo en tiempo,
voy desprendiéndome del transparente velo con que me cubre.
Entonces yo y aquella parte del agua que se desprende desde los bordes de la fuente,
aparecemos como un trozo de hielo, del cual parte se liquida y parte no se liquida.


Pero, cuando mana con mucha abundancia, somos sólo comparables a un cielo tachonado de estrellas.
Yo también soy una concha y la reunión de las perlas son las gotas,
semejantes a las joyas de la diestra mano que un artífice colocó
en la corona de Ibn Nasr del que, con solicitud, prodigó para mí los tesoros de su erario.

Viva con doble felicidad que hasta el día el solicito varón de la estirpe de Galib,
de los hijos de la prosperidad, de los venturosos,
estrellas resplandecientes de la bondad, mansión deliciosa de la nobleza.

De los hijos de la cabila de los Jazray, de aquellos que proclamaron la verdad y ampararon al Profeta.

El ha sido nuevo Sa'd que, con sus amonestaciones, ha disipado y convertido en luz todas las tinieblas
y constituyendo a las comarcas en una paz estable ha hecho prosperar a sus vasallos.

Puso la elevación del trono en garantía de seguridad a la religión y a los creyentes.

Y a mí me ha concedido el más alto grado de belleza, causando mi forma admiración a los sabios.

Pues nunca se ha visto cosa mayor que yo, en Oriente ni en Occidente
ni en ningún tiempo alcanzó cosa semejante a mí,
rey alguno, en el extranjero ni en la Arabia.

al-Din ibn al-Jatib Lisan

Jardín de Lindaraxa, vista desde el palacio. Alhambra 
Fuente del Jardín de Lindaraxa, en La Alhambra 

El collar de la paloma

 (Fragmento)

Por ti tengo celos hasta de que te alcance mi mirada,
y temo que hasta el tacto de mi mano te disuelva.
Por guardarme de esto, evito encontrarme y
me propongo unirme contigo mientras duermo.
Así, mi espíritu, si sueño, está contigo,
separado de los miembros corporales,
escondido y oculto, pues para unirse contigo,
la unión de las almas es mejor mil veces
que la unión de los cuerpos.

Quisiera rajar mi corazón con un cuchillo,
meterme dentro de él y
luego volver a cerrar mi pecho,
para que estuvieras en él y
no habitaras en otro,
hasta el día de la resurrección y del juicio;
para que moraras en él durante mi vida y, a mi muerte,
ocuparas las entretelas de mi corazón en la tiniebla del sepulcro.

Me concediste un amor que antes me negabas,
y me lo diste a manos llenas.
Pero en ese instante ya no tenía necesidad de él,
cuando, de dármelo antes,
hubiera llegado a las entretelas del corazón.
De nada sirve la medicina
cuando se está a la muerte,
y, en cambio, es útil
quien da un remedio antes de la agonía.

Si mira, el que está vivo muere por su mirada.
si habla, dirías que se ablandan las piedras.
Es el amor como un huésped
que hizo alto en mi espíritu:
mi carne es su alimento;
mi sangre, su bebida.


Abul Hassán Alí Ibn Hisn

domingo, 5 de mayo de 2013

Deseé alguna vez que un poeta me amase

Deseé alguna vez que un poeta me amase

Ahora duelen sus poemas en mi cuerpo,
algo de mí que en él se reconoce hasta quebrar la imagen
de todo lo que fui.
Ahora deseo que me amase tanto que dejara de amarme
y sus palabras fuesen nieve
que el sol de junio fundiese entre mis pechos,
allí donde su aliento insiste en acallar
esta tristeza antigua que siempre me acompaña.

Chantal Maillard 
Semillas para un cuerpo