1
Un
extranjero en los confines de levante
da
gracias a la brisa,
porque lleva su saludo
hasta
occidente.
¿Qué
mal habrá en que el aliento
de la
brisa lleve
un
mensaje de amor que envía
un
cuerpo al corazón?
3
Me
dejaste, ¡oh gacela!,
atado
en manos del infortunio.
Desde
que me alejaste de ti,
no he
conocido placer de sueño.
¡Si
entrara en mi destino un gesto
tuyo
o una mirada fortuita!
Mi
intercesor -¡mi verdugo!-
en el
amor es tu bello rostro.
Estaba libre del amor
y yo
hoy me veo rendido.
Fue
mi secreto silencioso,
y
ahora ya se sabe.
No
hay escape de ti,
lo
que desees para mí,
así
sea.
5
¡Ay,
aquella gacela joven!
a
quien pedí el licor,
y me
dio generosa
el
licor y la rosa.
Así
pasé la noche
bebiendo del licor de su saliva,
y
tomando la rosa en su mejilla.
7
¡Aquellas gacelas de moradas tan amables para mí!
Mi
corazón les pertenece, las niñas de mis ojos, y el fondo de mi ser.
Tuyo
es mi amor. La humanidad entera me es testigo.
Tú
también lo serías si la envidia te abandonara.
Nunca
se perdiera la unión entre nosotros
si tú
hubieras amado como yo.
9
¡La
que deja humilladas a las ramas de largos cabellos
cuando se mece,
y
desprecia al cervatillo adormecido
cuando mira!
Te
rescata de mí un amante. Extraño caso:
siempre que ofendes tú, él ofrece disculpa
y
nunca me ha salvado de ti sentir la prevención.
Es
imposible que las mañas de la pasión usen cuidado.
Tu
amor es tentación predestinada.
¿Cómo
podría el joven defenderse de su destino?
11
Manda
a tu voluntad, yo soy constante,
no
temas de mí olvido ni mudanza.
¿Cómo
puede olvidar quien desde tu partida
ya no
encuentra en la vida sabor, ni olvido en la distancia?
Tú me
matas de amor y me sometes a pruebas de dolor,
me
rompes de pasión y me dejas en herencia el sufrimiento.
Si yo
guardara, infiel, el olvido en mi corazón,
no
esperaría más, ¡mi esperanza!, vivir contigo.
¡Por
Dios!, que jamás mi corazón amó de nuevo,
ni
pudo aceptar otro amor que el tuyo.
13
¡Oh
la peregrina distante cuyos lares están
en la
reserva del corazón!
Tus
bienes te hicieron olvidar al siervo
del
que tú solo eres señor.
Las
horas gozadas te alejaron de él
y ya
ni su recuerdo se asoma a tu frente.
Quieran mis vigilias sostener la esperanza
cuyo
sentido conocen tan sólo el destino y mis días.
15
¿Cuándo te contaré lo que me aflige?
¡Mi
consuelo y tormento!
¿Cuándo tomarán mis labios
el
lugar de la pluma al expresarme?
Bien
sabe Dios que yo
por
tu culpa me he puesto en este estado,
pues
no encuentro sabor en los manjares
ni
hallo grato el beber.
¡Tentación del devoto!,
¡oh
pretexto del seductor!
Tú
eres sol que se oculta
tras
un cendal a mis miradas.
La
luna, cuyo esplendor se filtra
a
través de la nube transparente,
es
igual a tu rostro cuando
bajo
el velo se alumbra.
|
2
¿Por
qué has cortado el lazo de la unión,
¡por
Dios santo!, y te haces tan altiva con el vil?
¿Por
qué rechazas la súplica de un amor
y una
amistad sincera del que ya tiene el cuerpo enfermo?
¿Por
qué no me visitas, ya que no sueles hacerlo
en
persona, con carta o mensajero?
Tu
veleidad desorienta mi astucia.
¿Acaso la astucia sirve de algo al fatigado?
4
¿Qué
mal puede haber en que te muestres compasiva
si tú
eres mi enfermedad y tú lo sabes?
Te
complace, ¡mi exigencia y mi deseo!,
estar
libre de mi queja
y
reírte del amor mientras yo lloro.
Dios
sea el juez de nuestro pleito.
Yo
exclamo, cuando el sueño se me escapa,
como
el afligido por su corazón enamorado:
¡La
que duerme y por cuyo amor sufro vigilias,
regálame el sueño!, ¡tú que duermes!
6
¿Acaso, cuando sabes la parte de mi amor que tomas
y no
ignoras el lugar que en mi corazón ocupas,
y
cómo el amor me guía y me dejo llevar con obediencia
y no
soporto más cadenas que las tuyas,
te
satisface que la enfermedad me revista como túnica al cuerpo?
He
teñido de negro por su causa mis ojos con vigilias.
Pasa
tus ojos sobre las líneas de mi escrito
y
encontrarás mis lágrimas desposadas con la tinta.
¡Por
Dios!, ¡que ya mi corazón se derrama
en su
lamento por un corazón tan duro!
8
¡Si
yo supiera que alguna vez te encontraré en la soledad,
para
poder quejarme de algo de lo que siento!
¡Dios
traiga el día en que pueda declarar mi amor
con
las lágrimas de mis ojos como testigo!
10
¿Cómo
puede el tiempo hacerme sentir la desolación
cuando tú eres mi compañía,
y
hacerme el día tan oscuro
cuando tú eres mi sol,
y
plantar en tu amor mis deseos,
pero
recoger la muerte entre los frutos
de mi
siembra?
Has
pagado con la traición mi lealtad
y has
malbaratado mi amor injustamente.
Si el
destino se sometiera a mi razón,
te
rescataría de sus contradicciones al precio
de mi
ser.
12
¡Por
el ramo oloroso cuyo perfume cura al enfermo;
alientos ungidos, dulce aroma!
Con
él me señalan los dedos suaves
de
una joven esbelta, sus ojos oscurecidos con colirio de magia.
Espléndida belleza hecha de amor asciende entre sus ramas,
enferma con almizcle de radiantes virtudes.
Cuando ofrece jazmines con su mano,
recibo estrellas luminosas de mano de la luna.
Tiene
virtudes dulces en un hermoso cuerpo,
una
elegancia como fragante perfume o aroma de vino,
y
consuela mi alma con una plática que me da contento
como
los deseos y la unión que siguen a la ausencia.
14
¡La
que hice famosa entre los hombres
por
mi corazón abrumado de anhelos y penas!
Ausente tú no encuentro ser que me consuele
y tú
presente toda la humanidad está conmigo.
|
La magia de creer para ver
martes, 7 de mayo de 2013
Ibn Zaydun
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