El grado supremo de la medicina es el amor.
El amor es lo que guía el arte y fuera de él nadie puede ser llamado médico.
Hablar y decir buenas palabras es oficio de la boca.
Ayudar y ser útil es oficio del corazón.
El médico procede de Dios, crece en el corazón y se perfecciona con la luz natural de la experiencia.
En ningún sitio es el amor más grande que en el corazón de un médico.
Paracelso
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