La magia de creer para ver

lunes, 1 de abril de 2013

Varios poemas de...


Me dicen que hay que partir.
Sí, sí. Gracias. Me estoy preparando.
Sí, sí. Entiendo. No hace falta
que me acompañe. Sí, no me voy a perder.

Ah, qué es lo que dice – un largo viaje.
Cualquier próxima parada.
Ah, no, no se preocupe. De alguna manera.
Voy ligero. Sin equipaje.

Sí, sí. Es hora de salir. Gracias.
Sí, sí. Ya es hora. Y todos lo entienden.
Los árboles levantan sobre la patria
el triste amanecer del invierno.
Todo terminó. No discutiré.
Juntaré las manos - y adiós.
Ya no estoy enfermo. Hay que partir.
Sí, sí. Agradezco la despedida.

Taxi, llévame por toda la patria
como si no recordara la dirección.
Llévame hacía los campos silenciosos,
yo, sabes, dejo mi tierra.

Como si no recordara la dirección:
me pegaré a la ventanilla empañada,
y sobre el río, que amé,
lloraré y le gritaré al barquero.

(Todo terminó. Ahora no tengo prisa.
Regresa tranquilo, por Dios.
Voy a mirar el cielo y a respirar
el viento frío del otro lado.)


Y bien, este es el viaje tan esperado.
Regresa, no te sientas triste.
Cuando pises la entrada a la patria,
yo tocaré la abismal orilla.




De ninguna parte con amor, undécimo de marzoctubre,

querida, respetada, amada, pero no importa quién,
sinceramente ni me acuerdo de tu cara, no tuyo,
y ya de nadie amigo fiel, te saluda desde los cinco continentes

sostenidos por los cowboys.
Te amé más que a los ángeles, más que a mí mismo,
y por eso ahora estoy más lejos de ti que de ellos.

Lejos, en la noche, en el valle, en el fondo,
en la ciudad cubierta de nieve hasta la manija de la puerta,
retorciéndome entre las sábanas, por suerte no más abajo,

golpeo la almohada mugiendo un "tú",
detrás de las montañas, sin bordes y sin fin,
con todo mi cuerpo en la oscuridad
repito tu silueta como un espejo loco.



SONETO



Sobreviví a todos.
Sobreviví de nuevo,
como si ellos fueran - nieve,
la nieve danzante de los sueños.

Sobreviví las esquinas.
Sobreviví con la esquina.
Até los nudos
entre el bien y el mal.

Pero sobreviví el instante.
Sobreviví el siglo.
Sobreviví el grito.
Sobreviví la risa.

Sobreviví el verso.

Sobreviví a todos.



RECUERDOS

El cielo blanco
gira sobre mí.
La tierra gris
retumba bajo mis pies.
A la izquierda, los árboles.
A la derecha, otro lago,
con orillas de piedra,
con orillas de madera.

Saco, arranco
los pies del pantano,
y el sol me ilumina
con pequeños rayos.
La temporada de campo
del año cincuenta y ocho.
Hacia el mar Blanco
me escabullo despacio.

Los ríos corren hacia el norte.
Los muchachos caminan lentamente
- hasta la cintura - por los ríos.
Sobre nosotros la noche blanca
reluce sutilmente.
Busco. Hago de mí
una persona.
Y acá encontramos,
salimos a la costa.

El viento azulado
ya llega hasta nosotros.
La tierra entra en el agua
con chapoteo corto.
Levanto las manos
y levanto la cabeza,
y el mar llega a mí
con su color blanquecino.

A quién recordamos,
a quién olvidamos ahora,
cuánto valemos,
qué es lo que aun no merecemos;

Acá estamos cerca del mar,
y las nubes nadan,
y nuestras huellas
se borran con el agua.



VALSECITO

Me desperté, y me falta una mano,
antes había cinco dedos.
Mis ojos se llenaron de círculos,
y me dormí de nuevo.

Me desperté, la segunda mano ya no estaba.
Es peligroso dormir mucho tiempo.
Pero Dios susurró: cerrá los ojos,
y me dormí de nuevo.

Me desperté, y ya no tengo pies,
una lágrima corre hacia el pecho.
Me desperté: llevan una corona,
y yo cerré los ojos.

Me desperté, y desaparecí,
desaparecí completamente —
y miro mi cama desde el cielo:
sobre ella, tan solo un vientre.

Me desperté, y estoy en el paraíso,
y a mí lado — un alma.
Y desde la nube miro hacia abajo,
donde hace mucho, es la guerra.




No me estoy volviendo loco, pero me cansó este verano.

Por trepar la cómoda buscando una camisa ya se pierde todo el día.
Que llegue pronto el invierno y  lo cubra todo  —

a las ciudades, a los hombres, pero para empezar, lo verde.
Voy a dormir sin desvestirme o leer desde cualquier lugar el libro ajeno,
mientras que los restos del año,

como el perro que se le escapó al ciego,
cruzarán el lugar recién asfaltado.
                Libertad —
Es cuando olvidas el nombre del tirano,
y la saliva en la boca es más dulce que el turrón de Shiraz.

Y aunque tu cerebro está retorcido como el cuerno del carnero,
nada cae del ojo azul.
 

JOSEPH BRODSKY‏

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