La magia de creer para ver

lunes, 14 de enero de 2013

Aún

Qué misterioso era que ambos, en la distancia
casi impensable que nos desunía,
lográramos oírnos y que habláramos
idéntico lenguaje: el que pronto aprendimos
--bastaron la intuición y unas miradas--
en las contadas veces que la suerte
nos dio para sabernos y estar juntos.

Llegaban tus palabras hasta mí
titubeantes y con decisión,
entre fervores y melancolías.
Atravesaban días y noches, cielos, mares,
y al final enhebraban en un mágico hilo
soledades y asombros de uno y otro.
Imprevisiblemente me mostraban
tu mundo remotísimo, tus quehaceres, tu forma
peculiar de evocarme y pronunciarme,
tu intimidad que entonces pude sentir tan mía.

Sí, no ignoro que todo acaso no fue más
que un sueño que soñamos a un tiempo, pero se hizo
muy intensa la vida.
....................Y aun ahora
no consigo avenirme a dar por bueno
que aquello sucediera y terminara.
Porque no eres recuerdo: todavía
alienta en mi vivir --no en la memoria--
esa fragilidad tan verdadera
que el aire leve mece, pero no quiebra el viento.
y es tu imagen un claro presente sucesivo
brotando a cada instante, que me causa
emoción, alegría y gratitud.
Y dolor. Y dulzura.


Eloy Sánchez Rosillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario