¿Cómo se vería Saturno de estar a la misma distancia que la Luna?
La magia de creer para ver
martes, 15 de enero de 2013
Todo
en la naturaleza es perfectamente real incluyendo la conciencia, no hay
absolutamente nada de lo que preocuparse. No sólo se han roto las
cadenas de la Ley, es que nunca existieron; los demonios nunca guardaron
las estrellas, el Imperio jamás se fundó, a Eros nunca le creció la
barba.
No, escucha, lo que ocurrió fue esto: te mintieron, te vendieron ideas sobre el bien y el mal, te hicieron desconfiar
de tu cuerpo y te avergonzaron de tu profesión del caos, se inventaron
palabras de asco por tu amor molecular, te mesmerizaron con su
indiferencia, te aburrieron con la civilización y con todas sus roñosas
emociones.
No hay devenir, ni revolución, ni lucha, ni sendero;
tú ya eres el monarca de tu propia piel; tu inviolable libertad sólo
espera completarse en el amor de otros monarcas: una política del sueño,
urgente como el azul del cielo.
Despojarse de todos los
derechos y dudas ilusorias de la historia exige la economía de una
legendaria edad de piedra; chamanes y no curas, bardos y no señores,
cazadores no policías, recolectores de pereza paleolítica, dulces como
la sangre, van desnudos como un signo o pintados como pájaros, en
equilibrio sobre la ola de la presencia explícita, sobre el ahora y
siempre sin relojes.
Los agentes del caos dirigen candentes
miradas a cualquiera que sea capaz de atestiguar su condición, su fiebre
de lux et voluptas. Sólo estoy despierto en lo que amo y deseo hasta el
punto del terror; todo lo demás no es sino mobiliario amortajado,
anestesia cotidiana, cagadas mentales, aburrimiento subreptil de los
regímenes totalitarios, censura banal y dolor inútil.
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