La magia de creer para ver

martes, 29 de septiembre de 2015

Aplicaciones específicas del coaching

Coaching educativo:


Ésta parte me motiva especialmente. Parece que este terreno esta en manos de los profesores y que es difícil encontrar la legitimidad y la autoridad para hablar acerca de ello, pero la realidad es que el terreno educativo actual no ha cambiado en mucho tiempo y continúa cometiendo los mismos errores, que para mí están relacionados básicamente con no contar con el alumno. ¿Para qué formamos a las personas? ¿Para ser productores/consumidores o para ser personas que aporten todo su potencial a sus propias vidas y a su comunidad? 

Cuando en una sociedad no se cuidan los valores, es fácil que aparezca una competitividad mal entendida que además es el fin último. De éste modo el individuo no se valora en función a su propio criterio, necesita de expectativas, únicamente en la comparativa con los demás. De éste modo, uno puede ser mediocre, siempre y cuando los demás sean más mediocres aún. Bajo mi punto de vista, este hecho cuando se aplica a la educación hace que se den sucesos muy desagradables, como por ejemplo profesores que en vez de promover el conocimiento, lo mantienen estancado para no perder su posición de prestigio. 

También sucede en los entornos formativos, que los formadores desarrollan lo que yo llamo “ego de formador”. Esto hace que la persona que realiza ésta actividad, asuma un rol del que le cuesta desprenderse, lo que hace que inmediatamente choque con sus alumnos más inquietos o bien más brillantes, en la medida en que éstos desarrollan la capacidad de cuestionar lo que están aprendiendo. Esto deteriora terriblemente la calidad de nuestros sistemas de transmisión de conocimientos, y pone en peligro el desarrollo de los individuos con mayor potencialidad. Es un hecho, por ejemplo, que los niños con mayores capacidades frecuentemente terminan siendo casos de fracaso escolar. Me parece terrible el precio que paga la humanidad a causa de esto, por no hablar de la crueldad que supone de cara a todas esas personas que ven frustrada la posibilidad de desarrollar todo el potencial con el que han venido y en definitiva de manifestar en el mundo todo su poder. Me gustaría ver un mundo en que cada estrella brillase todo lo que puede llegar a brillar y cada planta diese las flores más bellas de que sea capaz, sin que esto suponga una vergüenza para aquellos que tienen unas capacidades diferentes.

El desarrollo de la inteligencia emocional, me parece importante, igual que otras tantas capacidades del individuo que a día de hoy ni siquiera se toman en consideración, pero por encima de todo, me parece importante que la sociedad empiece a cuestionarse que su razón de existir es la colaboración y facilitación del proyecto de vida de sus integrantes. 

En la enseñanza actual hay muchas cosas que no tienen sentido, y son culturales la mayoría a mi modo de ver. No tiene sentido que se haga a un joven decidir cual va a ser todo su futuro profesional en un momento en que apenas sabe qué hay en la vida para él, no ha experimentado las suficientes cosas como para poder dar esa respuesta, y no lo ha hecho porque entre otras cosas, la enseñanza que ha tenido no le ha dado esa experiencia. Parece que la escuela no enseña nada acerca de las principales dificultades que un individuo va a tener en la vida, de tal modo que generación tras generación nos encontramos a personas enfrentándose a problemas que ni sus padres ni sus profesores pudieron afrontar en su día. Las materias que se imparten ¿responden a las inquietudes y necesidades de la persona? ¿responden al menos a lo que la sociedad necesita que una persona sepa? Si a esto le añadimos profesores no vocacionales que encuentran en la enseñanza la única salida profesional posible para determinado tipo de carreras, y unos padres que tratan de decidir la forma que ha de tomar la vida de sus hijos en función a sus propias carencias, miedos o expectativas, encontramos una realidad verdaderamente difícil para los jóvenes estudiantes. A veces pienso que los jóvenes ya tienen bastante con gestionar sus cambios corporales y hormonales, y aprender a relacionarse con los demás en un mundo en el que todo es nuevo para ellos. Realmente las cifras de abandono de los estudios no hablan muy a favor de nuestros sistemas educativos.

A veces en mi vida me he encontrado en momentos en que alguien te sorprende con la pregunta “¿Qué quieres?”. Entonces me doy cuenta de la poca frecuencia con que enfrentamos ese tipo de cuestiones. Todo el mundo puede decirte lo que es mejor para ti desde su punto de vista, pero raramente alguien te pregunta en la vida por lo que tu quieres, incluso cuando la cuestión a decidir tiene que ver con tu propia vida. Cuando yo me he enfrentado a esta pregunta, me he dado cuenta de las pocas herramientas que tenía para decidir esto de forma consciente. Parece que somos dirigidos continuamente hasta en las cosas más pequeñas, y llega un momento en el que te sueltan delante del mundo y en ese momento tienes que tener claro lo que es mejor para ti. ¿Cómo va a saber eso una persona a la que siempre han dirigido y apenas nunca ha tenido la oportunidad de plantearse qué quiere para sí misma?

En el libro hablan al final del último párrafo de la página 348 de trabajar “por la consecución de una mayor productividad”. ¿Es eso lo que queremos de las personas? ¿de nuestros hijos? ¿educamos personas para optimizar la productividad? Y si es así ¿producir qué? Puedo entender el valor de la educación para la supervivencia, y me parecería un objetivo poco ambicioso, pero entendible y con sentido. Puedo entender el objetivo de la autorrealización, pero ¿la productividad? ¿es eso lo que se espera de un individuo correctamente formado? ¿acaso consideramos a una persona una “unidad de producción”? Creo que el hecho de que el coaching se haya popularizado financiado por las empresas en su vertiente “ejecutiva”, puede pasar indirectamente una factura muy cara al método, porque utiliza términos que no me parece que estén enfocados al bienestar de la persona, sino al de la empresa. Esto me parece apropiado tanto para el coaching educativo como para el de los emprendedores.

Me parece contradictorio decir que los padres son los modelos a seguir y a la vez decir que hay que educarles en los principios de coaching. ¿Cómo va a ser un coach un modelo a seguir? Realmente los padres, desde cierto punto de vista son las personas menos indicadas para la educación de sus propios hijos, porque están condicionados por demasiadas subjetividades. De hecho en muchas civilizaciones, los niños eran educados y criados por el conjunto de la comunidad, pero no necesariamente recaía en sus padres su desarrollo más allá de la manutención más básica. Es la creencia de que los padres deben ser un modelo, la que nos condiciona a vivir de cara a las expectativas que se ponen sobre nosotros, y siempre buscando la aceptación tratando de ser lo que se espera de nosotros para ser reconocidos y queridos por nuestros padres. Una vez escuché a Joaquina Fernandez del instituto UNE afirmar, a mi modo de ver muy acertadamente, “nunca he visto a unos padres que quieran a sus hijos”, entendiendo que el amor es algo incondicional, y que los padres dan su aceptación a sus hijos de forma condicionada a que cumplan con lo que ellos esperan.

Las citas que aparecen de H. Spencer y Louis Mayer me parecen en el sentido de todo lo dicho, más que acertadas. 




Coaching para emprendedores:

Hay una idea que no he podido encajar en cómo describe en el libro el fenómeno del emprendimiento. Tiene que ver, efectivamente como dice en la introducción a este tema, con la tasa de población activa y el mantenimiento de unas “cifras adecuadas”. Y aquí comienza un asunto en el que no considero que deba extenderme mucho: cifras adecuadas ¿para qué o para quien? Vivimos dentro de un orden en el cual la propia sociedad no trabaja a favor del individuo. Los sistemas económicos hace tiempo que dejaron de ser algo que trabaje en beneficio de la sociedad, de hecho sucede lo contrario, la sociedad está al servicio de los sistemas económicos, las personas son consideradas materia prima para ser explotada y en ningún momento se considera el bien común como un objetivo a cumplir. Todo se centra en mantener unas estadísticas de crecimiento económico que supone un beneficio que no necesariamente se ve reflejado en el bienestar de las personas que lo sostienen.

Partiendo de ésta pérdida de sentido, y de estos valores errados (puede que sea una opinión mía , pero verdaderamente creo que es algo objetivo y así quiero expresarlo), el tema del emprendimiento toma para mí un punto de partida bastante diferente al que plantea el libro. El emprendedor es bueno para cumplir con las estadísticas económicas, pero no necesariamente para el beneficio de las personas. Hoy en día esto está muy documentado para aquel que se interese, remito a los informes económicos que realiza “ATTAC”, o a múltiples libros de divulgación firmados por autoridades en la materia, uno de los últimos que he podido leer es el “Manifiesto de economistas aterrados”.

Partiendo de aquí, y enfocándonos en las personas, es posible que para muchos no sea especialmente beneficioso el emprendimiento de cara a su proyecto de vida. Con esto lo que pretendo es quitar esa presión que se esta produciendo en estos días en los que parece que se esta intentando crear una idea de que emprender es lo bueno y lo que se debe hacer si uno quiere ser una persona válida para la sociedad. Según datos que yo he podido manejar acerca de los patrones de personalidad y capacitación, es muy bajo el porcentaje de personas para las cuales sería positivo emprender de cara a sus proyectos de vida. Por ejemplo, las filosofías antiguas llevaban una tendencia muy contraria a esta, promovían el atraer las cosas y no el generar el movimiento desde el individuo para forzar su manifestación. Aquí cada uno cumple su función de un modo muy preciso, y no necesariamente todas las personas tienen que cumplir las mismas características porque haya un sistema económico manejando la sociedad al que le interesa que en las estadísticas figuren unas cifras determinadas. Es también cierto, que una persona puede desarrollar cualidades que hagan que la dinámica del emprendimiento sea más sencilla, aquí todo depende de los recursos de que dispongamos, las capacidades de la persona, la adaptabilidad… emprender no es sinónimo de sufrimiento, pero hay que plantearse en qué medida un coachee está dispuesto a nadar a contracorriente, por mucha habilidad que llegue a desarrollar haciendo esto. El emprendedor se hace, efectivamente, pero el modelo de conducta que requiere la continua puesta de atención en la toma de decisiones y la apertura de nuevos caminos, en vez de la observación de lo que ya hay y la espera y elección dentro de lo que va sucediendo, son modos de vida que uno debe tener presente a la hora de elegir cómo quiere vivir. La filosofía de que “el emprendimiento es para todos”, me parece errónea desde cierto punto de vista que puedo argumentar. Eso sí, si el coachee tiene una dirección clara en este sentido, no soy yo quien debe decidir si esto es un error, y aunque lo fuese, el coachee debe decidir qué errores necesita poner en su vida para hacer el aprendizaje que tiene que hacer. Una vez puestas sobre la mesa las herramientas , es el coachee el que debe marcar la dirección.

Dicho esto, y volviendo al coaching, efectivamente parece que para este tipo de personas mantener una adecuada relación de su realidad interna y los factores externos, es primordial si se quieren obtener resultados. En el libro se da el dato de que los coach son emprendedores y pueden fácilmente proyectar sus propias experiencias, pero esto me parece un hecho circunstancial, es decir, el coaching es una disciplina tan joven y aun cambiante , además de no tan conocida por la sociedad, que hace que las personas que se dedican a ella, por el momento, tengan que emprender y abrir camino. Sin embargo es predecible que a medida que el coaching se integre en la sociedad este dato varíe.

Me ha sorprendido positivamente la clasificación que hace de los tipos de emprendedores. Soy muy reacia a las clasificaciones, pero me parece una perspectiva muy interesante de cara a afrontar los diferentes perfiles con los que nos encontraremos y que tipo de problemáticas afectan a cada uno. Se me ocurre, llegados a este punto, que es importante dejar el espacio suficiente al coachee para decidir si llegado el momento, no ve una salida por la vía del emprendimiento que le vaya a dar la calidad de vida que quiere. Y con esto no estoy hablando del éxito de su proyecto, sino del precio a pagar por este éxito y de las prioridades de vida de la persona. Hay muchas personas de éxito terriblemente desgraciadas, y veo cierto peligro en que el coach “enfoque” hacia el éxito del proyecto antes de al bienestar de la persona. Tal vez sea útil plantear términos medios en el emprendimiento, es decir, una persona que se ve obligada a emprender, puede encontrar a otras personas que hagan la parte del emprendimiento que a ellos les hace no disfrutar de su vida, pero esto desde luego, debe decidirlo el coachee.

Me parece especialmente interesante la parte de mantener una “ecología” de cara a los coachees aunque esto inicialmente parezca ir en contra de lo beneficios a corto plazo del coach, y también cuando se habla de los peligros del mentoring (yo lo llamaría más sencillamente “labores de consultoría o asesoramiento”) y de las expectativas de los coachees ante el desconocimiento de método.

Cuando en el libro se habla de agenda en minúsculas y agenda en mayúsculas, me recuerda a la idea de “campo de disponibilidad”. Es muy interesante el hecho de que aunque estemos buscando una serie de objetivos, éstos no estén a nuestro alcance en un momento determinado. Yo tiendo a sostener que podemos generar cualquier realidad dentro del infinito mundo de posibilidades, pero en un momento dado yo tengo que atender a lo que en ese momento tengo disponible, por lo que tendré que dar pequeños pasos en una dirección aunque el paso que de no parezca ser el que inicialmente quiero para mí, entendiendo que esto amplía mi campo de disponibilidad hacia mi objetivo final, o como dicen en el libro “agenda en mayúsculas”, ese sueño que nunca debemos perder de vista. 

Como conclusión, lo cierto es que la lectura me ha motivado a trabajar en el campo del coaching para emprendedores, antes estaba un poco más reticente, y creo que el secreto de esta motivación es actuar para que las personas en su trabajo actúen más acorde a sus valores. Creo que esto es un cambio rápido y muy importante para el mundo.


Resumen de un capítulo del siguiente libro:
"Coaching. Teoría general del coaching"

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