La magia de creer para ver

domingo, 20 de septiembre de 2015

"Dichosos los que no han visto y han creído."

Para mí este fragmento del evangelio es tan importante, que marca la diferencia de manera directa entre la felicidad y la infelicidad. La base de la confianza no está en lo visible, sino en lo que aún no lo es, por ello es necesaria la confianza, que es creer sin necesidad de ver o asegurarnos nuestras garantías o resultados. Creer de veras en el proceso de vivir, en el acto, en vez de en el resultado, la compensación o la meta. La incomprensión de este proceso es la razón del fracaso de tantos seres humanos, el por qué dejan escapar su felicidad sin haberla vivido o la destruyen. Cometen tal necedad y ceguera que la niegan por un resultado supuesto que realmente tampoco se manifestará ni durará en otro momento, pues no es más que una fantasía que realmente no son capaces de vivir por ellos mismos, la exigen cruzándose de brazos, personalmente, no sé si existe algo más absurdo. Esto tiene que ver con la enfermedad de vivir en el pasado o en el futuro. ¡Eso no existe! ¿Qué vas a hacer aquí, en tu vida? ¿Hola? ¿Te has dado cuenta ya de todo lo que no has vivido, de tu vida sin ti? ¿No?
Si fuera sacerdota, reinterpretaría el evangelio.



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