La magia de creer para ver

viernes, 14 de diciembre de 2012

Candado

Después de decidirme a no quedarme
candado para siempre por la culpa de no se sabe qué
me decidí a moverme y les mandé mudarse mis palabras
y a mi lámpara sorda que se prende y que nadie contesta.
Todo se queda quieto, el equipal se calla de repente.
Cerré la puerta y me tragué la llave.
Llevo a pasear la llave
como un bastón interno que me apoya y despeja banquetas.
A veces se detiene para abrirle sonidos a las hojas, hojas secas
como si fueran pasos que se quiebran,
como si fueran peces que se arrastran
y doblan a las calles las esquinas
enseñándoles mar, poniéndoles corrientes
apartándoles piedras para hacer arrecifes
al repetir la punta de las sales.
No soy yo el que sale: es la sangre que deambula
contra los vientos y contra la mañana,
caminando despacio porque tiene la llave.
La llave que abre puertas donde no existen muros.
 
 
Eduardo Casar

No hay comentarios:

Publicar un comentario