La magia de creer para ver

domingo, 2 de diciembre de 2012

Fastos

El verano cantaba sobre su roca preferida cuando apareciste ante mí, el verano cantaba apartado de nosotros que éramos silencio, simpatía, libertad triste, mar aún más que el mar cuya larga pala azul jugaba a nuestros pies.
El verano cantaba y tu corazón nadaba lejos de él. Yo besaba tu valentía, oía tu desasosiego. Senda por el absoluto de las olas hacia esos altos picos de espuma por donde cruzan virtudes asesinas para las manos que transportan nuestras casas. No éramos crédulos. Nos agasajaban.
Pasaron los años. Las tormentas murieron. El mundo se fue. Me dolía sentir que tu corazón justamente ya no me percibía. Te amaba. En mi ausencia de rostro y mi vacío de felicidad. Te amaba, cambiante en todo, fiel a ti.

René Char

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