No, no quiero
nacer, no quiero cambiar el dulce rumor del
líquido amniótico
por la luz, el grito que desgarra los pulmones
No quiero que me midan,
me pesen, me subordinen al Tiempo
ni jugar al escondite con la Muerte
en eso que llaman
vida
Así se está bien:
viajar a cualquier parte
llevado por el cordón umbilical
No es que yo no sepa:
berreando
uno consigue el pezón en la boca, yo no quiero abrir
los ojos
frente a la torturante luz, ver todo
como si yo no
hubiese existido antes, volver a oír
algún nombre nuevo
de la boca de algún sacerdote
Cuando las esclusas de la carne
se cierran
comienza todo de nuevo
desde el berrido y las secundinas
El hijo del hombre nunca es tan viejo
como de recién nacido
ARTO MELLERI
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