La magia de creer para ver

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Un cuerpo me fue dado: ¿Qué haré con él,
tan único y tan mío?

Decidme: ¿a quién he de agradecer
la callada dicha de respirar y vivir?

Soy el jardinero y soy la flor.
En la cárcel del mundo no estoy solo.

En la vidriera de la eternidad reposa ya
mi calor y mi aliento.
En ella se graba mi arabesco,
recién reconocido.

¡Ojalá que el limo deje caer el instante
y no borre mi arabesco querido!
 

Osip Mandelshtam

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