Las dos mujeres ancianas, restos.
Las recuerdo y creo que pronto
apenas nadie más.
¿Qué es lo que recuerdo?
Todas las mañanas bajaban ruidosamente la escalera
y tomaban café.
Anna decía con la voz de los sordos:
“Creo me voy a fregar las tazas ahora.”
María barría el suelo de la casa.
Una salía a dar de comer a las gallinas. La otra
leía el periódico una primera vez.
De joven Anna había caído gravemente enferma, había quedado lisiada y asustadiza
y siempre estaba muy inquieta de que María se fuese a algún sitio.
TUOMAS ANHAVA
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