La magia de creer para ver

sábado, 17 de noviembre de 2012

Como un pulgón

Yo no puedo tener un verso dulce
que anestesie el llanto de los niños
y mueva suavemente las hamacas como una brisa esclava.
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie.
Además... esa tempestad ¿quién la detiene?

¡Eh, tú varón confiado que dormitas!

                    Levántate, recoge tus zapatos y prosigue...
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie.

Hacia las cumbres trepan los dioses

                    extenuados buscando un resplandor.

Y aquí voy yo con ellos,

entre el sudor y el polvo de sus inmensos pies descalzos,
          aquí voy yo con ellos, atropellado y sacudido
          pero agarrándome a sus plantas como las
          pinzas de un insecto, clavándome en su carne,
hundíendome en su sangre
como un pulgón,
como una nigua... maldiciendo, blasfemando...
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie:
ni a los niños
ni a los hombres
ni a los dioses.




León Felipe

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