La magia de creer para ver

sábado, 16 de marzo de 2013

Éticas

II. El más fuerte
He visto un hombre que al huir del mundo
halló su paz en tierra desolada:
no fue un hereje ni un muzlim profundo,
no tuvo bienes ni creencia en nada,
ni en verdades, ni en dudas, ni en la muerte.

¿Quién en el mundo pudo ser más fuerte?


 V.

No hay alma que no llore por tu ausencia,
hasta fundirse en lágrimas de sangre;
no hay ser vidente que al mirar tus gracias
preso de sus hechizos no se encante.

Y al ver que tú por nadie te interesas,
todos cautivos a tus plantas caen.


 VI. Nada

Has recorrido el mundo palmo a palmo
y todo aquello que en el mundo viste,
            es nada, nada;

Has sentido pasar como un ensalmo
músicas y palabras: cuanto oíste,
            es nada, nada;

Al Universo todo lo has medido,
y el Universo en su infinita anchura
             es nada, nada;

Por fin en el rincón te has escondido
de tu alcoba, y ¿ qué vio tu desventura?
             ¡Nada, nada, nada!


 VIII. El telar de la ciencia

Fabricante de tiendas fue tu padre,
y tú, Khayyám, ingrato al noble oficio,
tras no sé qué ignorado beneficio,
tiendas de ciencia te pusiste a hacer.

La Parca con sus fúnebres tijeras
cortó en pedazos tu telar flamante...
y luego, un baratero trashumante,
«Por lo que den» los hubo de vender.


 XII. Fariseísmo

Sé de ignorantes que jamás pasaron
una vigilia en pos de una verdad,
y más allá de sus carnales muros
un solo paso no dieron jamás.

Pero son ellos los que visten toga
y en aire de señores graves van;
y son ellos los viles detractores
del Puro, a quien jamás comprenderán.


 XV. Perlas e ideas

Y ahora me voy a marchar,
y será triste este día:
de cien perlas que tenía
sólo una pude engarzar.

¡Ay! de la vida al través,
las ideas por miriadas,
del hombre, deja ignoradas
la ceguera o la estultez.


 XVI. El veneno y el antídoto

De este viejo Khayyám oye el consejo:
Busca siempre del sabio la amistad;
de los que viven en honestidad
sea la vida para ti un espejo.

Que la distancia de la tierra al cielo
te aleje del estulto e ignorante,
y la luz de tu fe vaya delante
para alumbrar las rutas de tu vuelo.

Si un hombre de saber te da un veneno,
bebe sin vacilar el vaso lleno;
del tonto, aunque el antídoto te ofrezca,
vuelca la copa, aunque todo perezca.


 XVII. Problema insoluble

Pusiste en mí pasiones indomables
y un deseo tenaz que me devora;
su imperativo impúlsame a saciarlas,
pero lo vedan tus sagradas normas.

La pobre humanidad vacila y gime
entre los dos extremos de tu dogma:
Tú le prohíbes derramar el vino,
¡pero le ordenas inclinar la copa!


 XIX. Injusticia y desigualdad

1
¡Oh, qué dolor que en este horno candente
donde se ha de fundir la masa humana,
sean los crudos más favorecidos
con el pan más cocido de la hornada!

Y que en este taller de forma y peso,
donde cada uno su porción aguarda,
sean los incompletos los que lleven
la más completa dote de la fábrica.

Cuando los ojos de las odaliscas
son dulce regocijo para el alma,
han de ser estudiantes, aprendices
y esclavos los que gocen sus miradas.

2
¿Y por qué un hombre que sólo recibe
por su faena un pan para dos días,
y que en un tiesto desdentado bebe
de la cisterna el agua cristalina,

por qué ha de amoldarse a servidumbre
de quien no vale por su propia miga,
y ha de rendir su libertad a otro hombre
que es su igual por las leyes de la vida?

Oh, Señor, que los mundos has creado:
Tú les trazaste una órbita exclusiva,
fundaste un orden y equilibrio eternos
sin choques, ni ambiciones, ni conquistas:

¿Por qué sólo a esta mísera criatura
le diste una alma inquieta e infinita?
¿Debe romper el orden de los mundos?
¿Debe alterar el fiel de tu justicia?


Éticas
Omar Khayyam 

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