La magia de creer para ver

jueves, 28 de marzo de 2013

Prólogo(s) a "Colorofilia"


He aquí la bilogía.
Del Infierno a la caída del muro.
De la persona a la persona creativa.
El imaginario por primera vez planteado en términos amables, istas, no ismo.
La solución a la risa para salir y salir.
Del cielo a los cielos de la munda.
He aquí mi amor.

*

PRÓLOGO A COLOROFILIA, por Arthur Rimbaud

¡La primavera ya! Pero por qué añorar un sol eterno, si estamos comprometidos en el descubrimiento
de la claridad divina, -lejos de las gentes que mueren sobre las estaciones.
La primavera. Nuestra barca levantada en las brumas inmóviles gira hacia el puerto de la miseria,
la ciudad enorme con un cielo manchado de fuego y de barro. ¡Ah!, ¡los harapos podridos, el pan empapado
de lluvia, la embriaguez, los mil amores que me han crucificado! No acabaré, pues esta reina ávida de millones
de almas y de cuerpos muertos y que serán juzgados. Me vuelvo a ver, la piel roída por el barro y la peste,
los cabellos y las axilas llenos de gusanos, y con gusanos aún más gordos en el corazón, extendido entre
los desconocidos sin edad, sin sentimiento... Hubiera podido morir allí... ¡La horrible evocación! Execro
la miseria.
¡Y temo al infierno porque es la temporada del confort!
-Algunas veces veo en el cielo playas sin fin cubiertas de blancas naciones alegres. Un gran navío
de oro, agita, por encima de mí, sus pabellones multicolores bajo las brisas de la mañana. He creado todas
las fiestas, todos los triunfos, todos los dramas. He tratado de inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas
carnes, nuevas lenguas. Creí haber adquirido poderes sobrenaturales. ¡Pues bien!, ¡tuve que enterrar mi
imaginación y mis recuerdos! ¡Una hermosa gloria de artista y de narrador apasionado!
¡Yo!, ¡yo que me he dicho mago o ángel, dispensado de toda moral, he sido devuelto al suelo, con un
deber que buscar, y la rugosa realidad por abrazar! ¡Campesino!
¿Me he equivocado? La caridad, ¿será para mí la hermana de la muerte?
En fin, pediré perdón por haberme alimentado de mentira. Y vamos.
¡Pero ni una mano amiga! Y ¿de dónde sacar socorro?
Sí, la hora nueva es, por lo menos, muy severa.
Pues puede decir que la victoria me ha sido concedida: el rechinar de dientes, los silbidos de fuego,
los suspiros apestados se moderan. Todos los recuerdos inmundos se borran. Mis últimos arrepentimientos se
retraen, -envidias de los mendigos, los bandidos, los amigos de la muerte, los retrasados de todas clases.
-¡Condenados, si me vengase!
¿Hay que ser absolutamente masmoderno?
Nada de cánticos: sostener el paso ganado. ¡Dura noche!, la sangre resecada humea sobre mi rostro,
¡y nada tengo tras de mí, salvo este horrible arbusto!... El combate espiritual es tan brutal como la batalla
de los hombres; pero la visión de la justicia es el placer de Dios solo.
Sin embargo, es la víspera. Recibamos todos los influjos de vigor y ternura real. Y con la aurora,
armado de una ardiente paciencia, entraremos en las espléndidas ciudades.
¡Qué hablaba mi mano amiga! Es una hermosa ventaja que pueda reirme de los viejos amores mentirosos,
y herir de vergüenza esas parejas embusteras, -he visto el infierno de las mujeres allí abajo; -y me sería
fácil poseer la verdad en un alma y un cuerpo.
¿No tuve en un tiempo una juventud amable, heroica, fabulosa, como para escribir sobre hojas de oro,
-demasiada suerte? ¿Por qué crimen, por qué error, he merecido mi debilidad actual? Vosotros, que pretendéis
que las bestias lancen gemidos de pena, que los enfermos desesperen, que los muertos sueñen mal, tratad de
contarme mi caída y mi sueño. Yo no sé explicarme más que el mendigo con sus continuos <<Pater>> y <<Ave María>>.
¡Ya no sé hablar!
Sin embargo, hoy, creo haber terminado el relato de mi infierno. Era ciertamente el infierno; el
antiguo, aquel cuyas puertas abrió el hijo del hombre.
Desde el desierto mismo, en la misma noche, siempre mis ojos cansados se despiertan a la estrella de
plata, siempre, sin que se conmuevan los Reyes de la vida, los tres magos, el corazón, el alma, el espíritu.
¿Cuándo iremos, más allá de las playas y los montes, a saludar el nacimiento del nuevo trabajo, la nueva
sabiduría, la huida de los tiranos y de los demonios, el fin de la superstición, a adorar -¡los primeros!-
la Navidad sobre la tierra?
¡El canto de los cielos, la marcha de los pueblos! Personas, no maldigamos la vida.

*
 
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(...) ¿queréis hablar de La Traición? ¿De por qué Esa Temporada Espléndida causa de El Color derivó en Plena Catástrofe? ¿Queréis que os cuente a lo que me ayudaron, hasta dónde flotaba la espumita de mis babas tras La Triangular Habitación Cuarenta Y Nueve y el miligramo tras miligramo después de tachar como divinas una por una cada una de todas mis certezas, que os unte sobre esta playa la masa del pues vale que mis arterias en canal depositan todavía hoy por mucho que no fuera mía sino suya La Culpa por haber deteriorado La Comunión Excepcional fruto de La Expansión De La Música ya no sólo nuestra sino de ellos sino vuestra, humana e inhumana Humanidad, tiempo atrás todo por salvar de La Soledad a mi querida pero idealista familia? ¿De cómo intentaron robar en infinitas piezas el puzzle ¡plas! y accidental de El Viaje Cuya Ecuación Habrá De Salvarnos? ¿Queréis? ¿Queréis? ¿Alguien desde ahí pretende que, de verdad, me venda a La Síntesis De La Forma y a La Paraplejia De El Yo y a Otros Vagos Conceptos Filosóficos Tras La Vidriera Académica Tan Tan Tan Profundo cuando (...)

Álvaro Guijarro

COLOROFILIA

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